14 nov 2011

Del Campo a la Playa (y fin del Viaje)

Llega ya el final de este apasionante viaje, y que mejor que alejarme del diario y continuado estrés que me ha estado produciendo esos tantos vehículos conducidos por "psicópatas al volante", la mogolla de gente a toda velocidad sin rumbo aparente que se desplazan desordenadamente por las calles y mercados, los pesadísimos transportes en guaguas repletas de viajeros que zigzaguean continuamente las carreteras llenas de baches, la excesiva polución y la polvareda de las ciudades, y terminar en una playa solitaria donde no se oiga de fondo otra cosa que el romper de las olas sobre la arena, acostado en una hamaca y bebiendo fresquísimas cervezas!!. Estoy a pocos días de concluir este nuevo viaje por África, que he querido dividir en varias partes: 1995-Gambia/Senegal/Sierra Leona; 2010 y 2011-Ghana/Togo/Benin/Burkina Faso; 2011-Niger/Mali/Costa de Marfil, ésta última, podría ser una nueva pausa de varios años para continuar más adelante con otra parte del continente.
Me encuentro en Grand-Bassam primer establecimiento francés en las costas marfileñas, a 35kms. de Abdijan, la capital. Es de esos sitios que ahora podría sorprender incluso hasta los reacios a venir a esta parte de la costa, pues parece ser que todos prefieren ir más al este, al "paradisiaco" y lujoso Assinie. La mayoría de los viajeros que han descrito sus experiencias a través de Internét la definen como un lugar donde se acumulan los restaurantes y los hoteles de playa, al que cantidad de capitalinos llegan los fines de semanas y los días festivos en exageradas y escandalosas bandadas. Y es cierto. Lo he visto. Acuden en guaguas, camionetas, furgones y en taxis compartidos. Todo vale para alcanzar la ansiada línea de mar donde poder beber alcohol, comer algo y fiestear. Llegan a hacer fiestas privadas en algún que otro merendero, que no es otra cosa que paillotes (barracas de bambú) alineados frente al mar bajo los árboles y las palmeras. Pero entre semana es todo un encanto. La tranquilidad del lugar y la amabilidad de sus vecinos son incuestionables.
He llegado el miércoles, ya entrada la noche, desde Man, en un trayecto de casi 12h. parando tan sólo en Yamoussoukro para comer (15min.) y también en las decenas de controles policiales que han hecho de un trayecto por carreteras en bastante buen estado y de algo más de 600kms. en un pesadísimo y cansino viaje. Para continuar hasta Bassam he tenido que cambiar de guagua en la estación norte de Adjamé, en Abidjan. Aquí he notado el respeto de la gente haciendo ordenadas filas para subir a las guaguas. Me ha sorprendido mucho después de tantos meses de viaje. Solamente en Ghana pude ver algo parecido.
La llegada a la estación de Bassam (40min.) se produjo sobre las 9 de la noche, y desde allí un taxi colectivo (200cfa) me llevó hasta el Atlantic Plage, un pequeño hotel con dos amplias y muy limpias habitaciones climatizadas y cuarto de baño (20.000cfa), una pequeña piscina con cómodas hamacas, salón-comedor y terraza con un gran paillote y una zona de hamacas sobre la arena de la playa. Los precios son bastante caros comparado con lo que suelo gastar en mis viajes, pero se trata de la última semana y quiero darme un buen capricho junto a una piscina. El propietario, un francés casado con una marfileña, lo tiene todo controlado. Aunque no vive en el complejo, desde la mañana hasta el atardecer está ahí currándose el negocio junto a sus empleados. Las bebidas y las comidas son caras porque sólo está interesado en atender a clientela selecta, y no a esos grupos de gente que todo lo abarrota. Así que, aprovechando los paseitos, he comido en los maquis cerca del hotel o en Bassam, la pequeña ciudad. Estos cinco días los he pasado visitando Abidjan, Bassam, la parte antigua de Grand-Bassam, me he bañado en la playa y he disfrutado plenamente del sol en las hamacas de la piscina. Aunque todos días no han sido muy buenos, pues ha llovido en dos ocasiones para echar a perder algunos de los paseos, se ha estado despejando a medio día y por las noches ha refrescado el calor residual del día.
La playa de Grand-Bassam es la meca de los negocios hoteleros y un lugar de vida para los “bassamoises”. Bajo un sol que en ocasiones llega a ser abrasador (a medio-día), los fines de semanas visitantes y curiosos acuden a la playa para el holgorio. Además de los jóvenes playeros, los turistas europeos y los expatriados que viven en la capital o en Bassam vienen aquí para descansar, tomar el sol, almorzar y beber alcohol, en muchos casos. La playa tiene un hermoso paisaje caracterizado por largas plantaciones de cocoteros que en algunos lugares llegan hasta la misma rompiente. Estos días el mar está bastante agitado y el viento no ayuda a que las olas rompan ordenadamente. Los visitantes que disfrutan de este tiempo han de tomar el baño con muchísima precaución pues las corrientes son muy fuertes. La playa está ocupada también por vendedores ambulantes de coco fresco, fritangos, refrescos, ropa de playa o de obras de arte que están a la búsqueda de clientes. Caminan con sus productos a lo largo de la playa con la esperanza de conseguir algún comprador. Sus clientes suelen ser principalmente los que están acostados en las hamacas de los hoteles y los restaurantes.
Dentro de los 550km de costa de hermosas bahías y sus correspondientes infraestructuras hoteleras y turísticas, la única playa de Grand-Bassam es un importante destino para los amantes de las playas. Se registra cada fin de semana una gran afluencia de visitantes atraídos por los deportes acuáticos, la pesca y restaurantes. Con un relieve compuesto por mesetas bajas y la arena, el suave clima de la localidad (entre18°C y 30°C) atre a mucha gente hacia muchas de sus playas. La carretera, desde que se sale de Abidjan, y alcanza la costa es una discontinua concentración de restaurantes y hostales de playa hasta Bassam. Es por lo que siempre ha sido su encanto. En cuanto a los hoteles llegan a ser más de un centenar. Pero bajo el tremendo impacto del cambio climático y los fuertes vientos que en ocasiones golpean toda la costa del país, las olas se levantan aquí de tal manera que terminan por "comerse" algunas de las playas. El riesgo inmediato es el peligro de colapso de muchas edificaciones construidas cerca del mar.
Grand-Bassam (o Antiguo Bassam) es un largo brazo de tierra entre la laguna Ouladine (que lo separa de Bassam o Nouveau Bassam) y el Golfo de Guinea (Océano Atlántico) y reúne a cinco barrios repartidos sobre una superficie de unas 350ha.. Antiguo asentamiento francés en el Golfo de Guinea y hogar de los edificios coloniales más grandes del país, lo que más llama la atención es su arquitectura colonial visible en todos los barrios con cantidad de viejos edificios y monumentos históricos, algunos de los cuales han sido restaurados. También es el hogar de una catedral y el Museo Nacional del Traje. Es la principal ciudad del Departamento Bassam y se percibe como un pueblo fantasma, puesto que grandes sectores han sido abandonados desde hace décadas, desde que en 1896 la capital francesa se trasladó a Bingerville, y la navegación comercial disminuyó gradualmente hasta que prácticamente cesaron en 1930. En 1960, con la independencia, todas las oficinas de las administraciones restantes fueron trasladadas a Abidjan, y durante muchos años Grand Bassam fue habitada solamente por sus únicos habitantes. Desde el final de los 70 la ciudad comenzó a resurgir como destino turístico y centro artesanal. En la actualidad tiene una población, durante todo el año, de más de 5000 habitantes. Además de este pintoresco entorno, hay que contar con la presencia de manglares, bosques pantanosos, pastizales de sabana y plantaciones de cocoteros que hacen de Grand-Bassam, un buen lugar para vivir o vacacionar. El paseo hasta el Nouveau Bassam, que se encuentra en lo que se podría considerar el interior del país, se puede realizar tanto a pie (en menos de 30min.) como en taxi compartido (150c/c), atravesando el Puente de la Victoria sobre la apacible laguna hasta la rotonda o Plaza de la Paz que marca el punto neurálgico de esta pequeña ciudad.
Creció desde ser el barrio de los siervos africanos hasta ahora que es el principal centro comercial de la ciudad. A un lado, el Mercado donde se vende todo los productos frescos de la zona, que como todos está delimitado por zonas: del pescado, la carne, verduras, condimentos, comida, cosméticos, cacharros de todo tipo, ropa.... Un gran mercado que, aunque decadente, atrae a todos los habitantes de los poblados cercanos. Todas las mañanas el trasiego de gente es continuo y las calles se llenan de vida. Los puestos de comidas se encuentran enfrente y siempre están llenos. Al otro lado de la rotonda, dirección N., se encuentran todas las tiendas que venden de todo y oficinas de telefonía privada que, inexplicablemente, cada vez que he pasado por delante de alguna de ellas, siempre ha habido gente haciendo cola para ser atendidos. Algunos Cyber, que son muy económicos (desde 150cfa/h.) hacen de punto de encuentro de los más jóvenes.
A la entrada de Bassam se encuentra la Village Artesanal compuesto por una larga hilera de puestos de madera a los dos lados de la carretera especializadas en figuras de madera, esculturas, pinturas, adornos, trajes, tejidos de Korhogo... La estación de taxis compartidos es el lugar de salida de los vehículos hacia Abidjan (500cfa/30min.), deteniéndose en la carretera principal (Boulevar Valery Giscard d'Estaing) del centro de Treichville, próximo a la Gare de Bassam. Un poco más allá se encuentra el hotel Le Prince (6.000-12.000cfa/ Av. 20, rue 19), uno de los más baratos del país. Desde la avenida hay que coger otro hacia Abdiján (300cfa) o Plateau. En cualquier momento del día la gente respeta amablemente las largas colas que se forman para subirse a los taxis. Siempre hay alguien que por unas monedas, que le exige al chófer, le forma una fila para que arranque inmediatamente.
Abidjan está ubicada entre bosques y varias lagunas junto a la costa. Es una ciudad cosmopolita y multifacética donde destacan en el Plateau con sus modernos rascacielos y centros comerciales, concurridísimos bulevares y algunos talleres de artesanías locales; el barrio de Adjamé donde hay un activo mercado de alimentos y de ropa, la frenética y desorganizada estación de guaguas Gare Routiere con salidas hacia el norte y hacia Bassam; el elegante barrio residencial del distrito de Cocody y Ambassades, con hoteles y embajadas junto a la laguna; la agitada Treichville, tras dos concurridísimos puentes que atraviesan la laguna Ebrié centro comercial y de recreo; algo más al sur el nuevo de Koumassi, el antiguo suburbio de Marcory, la zona industrial y el puerto.
Aunque en 1983 Yamoussoukro fuera designada la nueva capital nacional, hoy día se le considera a Abidján como la capital económica. La mayoría de las oficinas gubernamentales y las embajadas se encuentra aquí. Sus principales industrias se encuentran dedicadas al procesamiento de alimentos, a la industria automotriz, a las manufacturas textiles, a la industria química, a la producción de jabones y también hay una importante refinería petrolera. La ciudad es la sede de la Universidad, varios institutos técnicos, la biblioteca nacional, el museo de la ciudad, la Catedral de St. Paul y varias mezquitas. Pasear por el centro de la ciudad es fácil aunque también se puede ir económicamente de un extremo a otro en taxi compartidos (300cfa) pues todos tienen puntos de salidas y de llegadas.
La vuelta a Bassam la realicé en guagua (400cfa) desde la Gare en Trenchville.
Para concluir, ir al aeropuerto desde Bassam se puede hacer en taxi directo (aprox. 6.000cfa) o en taxi compartido hasta la playa de Port Bouet (500cfa) y desde allí otro taxi directo (1.000cfa) hasta la Terminal. Desde Abidjan un taxi directo podría costar aproximadamente 4.000cfa.

En fín, ha sido un final de viaje apasionante, como lo ha sido el mismo viaje en sí. Aunque muy currado, debido a los calores y a las guaguas, minibuses, motos y cantidad de taxis compartidos que he debido coger para desplazarme por estos tres últimos países.
Lo recordaré durante mucho tiempo.

13 nov 2011

10 nov 2011

El País y su Gente (Costa de Marfil)

El transporte en C. de M. no se diferencia mucho de los otros países en los que he estado. Quizás me ha llamado mucho la atención el orden en las colas que se establece en el momento que se forma un grupo que espera en la calle los taxis. Pero no por que lo hagan los pasajeros, sino porque ya hay alguien se encarga de "enfilarlos", para así ganarse una monedas que luego cobrará al chófer. Casi todo se resuelve con unas buenas y formales filas. Cosa que no he visto en otros países. Por otro lado en las estaciones de guaguas o taxis compartidos sí que la gente se compromete con las filas respetando educadamente el orden de llegada.
Aunque el carácter del marfileño de por sí es bastante seco y en ocasiones hasta bastante necio, luego son muy cordiales. Me ha dado la impresión que con el "blanco" no se lleva muy bien del todo. Me cuesta mucho trabajo hacerles sonreír. Pero los niños sí que son más sociables que los mayores.
La carretera del norte al sur está completamente controlada por policías y militares marfileños. A cada ciudad, un control a la entrada y otro a la salida. Hay que pagar igualmente en todos los controles. Los del norte quizás sean los más intimidantes pues sigue controlado por los guerrilleros afines a Alassane Outtara, el nuevo presidente, quienes lucharon en una absurda guerra civil en contra del anterior gobierno de Laurent Gbagbo. Individuos portando todo tipo de armas, montados o incluso hasta colgados de vehículos 4x4, y que a veces da la impresión que la pueden descargar en algún conductor que cruce despistado un control y no se detenga.
Unos pocos kilómetros al sur de Bouake se encuentra la zona limítrofe ente los dos grupos militares. La que separa a la zona de mayoría musulmán de la zona de mayoría católica. La zona de Outtara de la zona de los de Gbagbo.
Tras las elecciones presidenciales de noviembre de 2010, se produjo una gran situación de tensión pues el Consejo Constitucional declaró vencedor a Laurent Gbabgbo y por otro lado, Alassane Ouattara, fue declarado también vencedor de las elecciones por la Comisión electoral independiente, siendo reconocida su victoria por los gobiernos de Estados Unidos, la O.N.U., la U.E., la Unión Africana, el ECOWAS y Francia, la antigua potencia colonial.
En ese momento, los grupos de seguidores de ambos presidentes iniciaron una guerra civil, en la que la comunidad internacional impuso al gobierno de Gbagbo sanciones económicas e intervino (sobre todo tropas francesas) en las fases finales del enfrentamiento.
El 11 de abril de 2011 Laurent Gbagbo fue detenido y el próximo 30 de noviembre será extraditado para ser juzgado por la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de lesa humanidad, un hito histórico al ser el primer ex-jefe de un estado que comparece en audiencia judicial como acusado.
Lo importante es que la paz ha sido aceptada por todos los ciudadanos marfileños sin rencor.
Las carreteras no se han arreglado por falta de dinero, quedando aún zonas destrozadas por las bombas. Se necesita inversiones para poder seguir atrayendo a los tantísimos turistas que hasta este país se acercaban para disfrutar de este hermosísimo entorno. Un riquísimo país que ofrece un territorio en el que se reparte una variada gama de paisajes entre seis ecorregiones: desde la Meseta granítica recubierta de Sabana sudanesa occidental y Selva virgen del norte donde pequeños propietarios cultivan sorgo, maíz y maní, pasando por un mosaico de Selva y Sabana de Guinea en el centro, Selvas Guineanas tanto en el sureste, en las tierras bajas del suroeste como en las montañas del oeste, hasta manglar guineano, en algunos puntos de la costa y extensas playas que marcan el límite sur que se caracteriza por las grandes plantaciones de productos de exportación como son el café, el cacao y la banana.
(...)

8 nov 2011

Man, Ciudad Entre 18 Montañas

La carretera de Yamoussoukro a Man lleva cerca de seis horas sobre un buen pavimento ofreciendo espectaculares paisajes, con sucesiones de montañas cubiertas por exuberante vegetación, ríos y una abundancia en selva tropical. En sus alrededores se encuentra la rica cultura de los Yacoubas (también conocidos como Dan).
En la estación me habían ofrecido un billete en minibus con trayecto directo a Man, pero cuan grande sería mi sorpresa al verme "botado" a mitad del viaje, en Duékoué, una ciudad cruce (norte-este) sin derecho al pataleo. El chófer habló con otro que tenía su minibus aparcado al borde de la carretera, cargando bártulos de otros pasajeros para que me permitiera subir y hacer el tramo final. Si había perdido tiempo al salir de Yakro, más perdería en este pueblo pues los pasajeros llevaban rato peleando con el ayudante del chófer por problemas parecidos al mío, pues venían de otro punto del país con tantos bultos que no cabían en el vehículo. Tras solucionar los problemas emprendimos el viaje, y afortunadamente pude sentarme delante junto al chófer ya que detrás, bajo los asientos se acumulaban todo tipo de cosas y los pasajeros iban incomodísimos. A pocos kilómetros para llegar, rompió el tubito de la gasolina y tuvimos que detenernos nuevamente para "parchear" el incidente. Continuaba pasando el tiempo y no me apetecía llegar oscureciendo al destino. De suerte, que no ocurrió nada más y llegamos cayendo la tarde. La entrada a Man es absolutamente caótica. Cuando se acaba la carretera asfaltada comienza la entrada a la ciudad. La polvareda ocre que levanta los vehículos al pasar es tan grande que nos obligan a cerrar las ventanas. El minibús se detuvo cerca del hotel Leveneur, por lo que aprovecharía para acercarme y preguntar el precio por la habitación. Nada más bajar ya me esperaba un muchacho que se ofreció a ser mi guía durante el tiempo que estuviera en la ciudad para mostrarme los alrededores. Incluso me acompañó al hotel. En vista que el precio era correcto pero el hotel quedaba envuelto en polvo durante todo el día decidí continuar la búsqueda de otro mejor posicionado. Tenía información acerca del hotel CCA, que se encuentra casi escondido entre profunda vegetación en lo alto de una colina, cerca del hospital y junto al Mercado Central. Hasta allá me guió el joven. Estaba bien seguro que terminaría por contar con él por lo que no me presionó en ningún momento, pero no paraba de darme información acerca de esta zona. Me gustó el entorno del hotel, escondido entre una pequeña arboleda. Se respiraba aire limpio y fresco. Era lo que estaba buscando. El guía se dio también por satisfecho, le pedí que me dejara solo para poder descansar y me dio su número de teléfono por si decidía a contar con él. Como así sucedería. Dos días más tarde nos reunimos para acordar cómo nos moveríamos por los alrededores. Por 10.000cfa al día, desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde estaríamos visitando los lugares más conocidos de la zona.
Man, a 450kms de Abidjan, es una sucia y polvorienta ciudad bastante mediocre encajada en un pintoresco valle. Su principal referencia es la montaña Dent de Man (el diente del hombre) de casi 1.200mts., uno de los picos más altos de la Côte D' Ivoire que ofrece una hermosa panorámica de toda la ciudad con su mezquita como fondo característico, de los montes de Liberia y de los de Guinea. En el Mercado Central, se puede encontrar una amplia variedad desde alimentación, ferretería, telas y una colección sin fin de máscaras talladas de los Dan, desde los motivos mas sencillo hasta las más antiguas y muy adornadas. Las máscaras forman una parte integral de la sociedad de Yacouba. Existen no sólo como obras de arte sino como vestimenta, sobre todo con objetivos rituales, cada uno infundido con ciertas características divinas y simbólicas de la memoria colectiva de la comunidad. El festival anual de máscaras ocurre en febrero y ésta es la mejor época para ver todas las variedades de máscaras y bailes en el área. El pateo a La Cascade, una hermosa cascada en el medio de un bosque de bambú a 5kms de la ciudad, es tranquilo, sencillo, y atraviesa varias barriadas y un enorme bosque sagrado. Es también un lugar excelente para encontrar libélulas tornasoladas y una variedad amplia de mariposas de colores. El tramo de acceso (200cfa) tiene, junto a una escalera de cemento que llega hasta el recinto, un puente colgante (Puente de las Lianas), preparado para los turistas, que está en desuso por falta de mantenimiento. Copia de otro que se encuentra cerca, en Danane junto a la frontera liberiana, a dos horas al oeste, que cruza el río Cavally, construido enteramente en materiales naturales, en uso constante por aldeanos locales. Algo más arriba se encuentran varios pequeños poblados de casas de adobe. Son agricultores-recolectores y viven de lo que plantan cera de sus casas y de los bosques cercanos recogen todo lo que necesitan para subsistir. Son animistas y tienen algunos santuarios donde hacen los sacrificios pertinentes y las ofrendas a sus antepasados.
Subir al pico más característico de esta ciudad no es complicado. Atravesando varios barrios para cortar camino se llega hasta la base de la montaña, que no es otra cosa que un gran afloramiento rocoso que domina toda la ciudad. No hay pérdida porque siempre se tiene de referencia el alto pico. Hay que pagar 1.000cfa para acceder, y se supone que es un dinero que reciben los locales por adecentar el camino. Aunque desde hace muchos años esto no ocurre, principalmente porque no hay turismo. El guía que venía conmigo al principio se medio-negaba a continuar la empinada subida una vez comenzada. Está bastante recargada de plantas y el terreno resbala en ciertos lugares. La humedad es alta y la temperatura también. Un fumador, que aunque no es muy entrado en años, a cada paso que daba más cansado se sentía. Algo más de media hora y se llega a la cima. Está marcada la ruta mediante puntos rojos en la piedra. Y desde arriba las vistas son espectaculares!!. Todo el valle, salpicadas de montes de espeso bosque.
Comer en la calle también es barato aquí. En el mercado, en la calle principal o en el restaurante de la catedral. Algunos restaurantes conocidos, cerca del mercado, ofrecen platos muy bien combinados pero eso hay que pagarlo. Beber también es barato y todos acuden a los maquis, que tienen mesas y sillas para disfrutar del ambiente, casi siempre musical.