8 nov 2011

Man, Ciudad Entre 18 Montañas

La carretera de Yamoussoukro a Man lleva cerca de seis horas sobre un buen pavimento ofreciendo espectaculares paisajes, con sucesiones de montañas cubiertas por exuberante vegetación, ríos y una abundancia en selva tropical. En sus alrededores se encuentra la rica cultura de los Yacoubas (también conocidos como Dan).
En la estación me habían ofrecido un billete en minibus con trayecto directo a Man, pero cuan grande sería mi sorpresa al verme "botado" a mitad del viaje, en Duékoué, una ciudad cruce (norte-este) sin derecho al pataleo. El chófer habló con otro que tenía su minibus aparcado al borde de la carretera, cargando bártulos de otros pasajeros para que me permitiera subir y hacer el tramo final. Si había perdido tiempo al salir de Yakro, más perdería en este pueblo pues los pasajeros llevaban rato peleando con el ayudante del chófer por problemas parecidos al mío, pues venían de otro punto del país con tantos bultos que no cabían en el vehículo. Tras solucionar los problemas emprendimos el viaje, y afortunadamente pude sentarme delante junto al chófer ya que detrás, bajo los asientos se acumulaban todo tipo de cosas y los pasajeros iban incomodísimos. A pocos kilómetros para llegar, rompió el tubito de la gasolina y tuvimos que detenernos nuevamente para "parchear" el incidente. Continuaba pasando el tiempo y no me apetecía llegar oscureciendo al destino. De suerte, que no ocurrió nada más y llegamos cayendo la tarde. La entrada a Man es absolutamente caótica. Cuando se acaba la carretera asfaltada comienza la entrada a la ciudad. La polvareda ocre que levanta los vehículos al pasar es tan grande que nos obligan a cerrar las ventanas. El minibús se detuvo cerca del hotel Leveneur, por lo que aprovecharía para acercarme y preguntar el precio por la habitación. Nada más bajar ya me esperaba un muchacho que se ofreció a ser mi guía durante el tiempo que estuviera en la ciudad para mostrarme los alrededores. Incluso me acompañó al hotel. En vista que el precio era correcto pero el hotel quedaba envuelto en polvo durante todo el día decidí continuar la búsqueda de otro mejor posicionado. Tenía información acerca del hotel CCA, que se encuentra casi escondido entre profunda vegetación en lo alto de una colina, cerca del hospital y junto al Mercado Central. Hasta allá me guió el joven. Estaba bien seguro que terminaría por contar con él por lo que no me presionó en ningún momento, pero no paraba de darme información acerca de esta zona. Me gustó el entorno del hotel, escondido entre una pequeña arboleda. Se respiraba aire limpio y fresco. Era lo que estaba buscando. El guía se dio también por satisfecho, le pedí que me dejara solo para poder descansar y me dio su número de teléfono por si decidía a contar con él. Como así sucedería. Dos días más tarde nos reunimos para acordar cómo nos moveríamos por los alrededores. Por 10.000cfa al día, desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde estaríamos visitando los lugares más conocidos de la zona.
Man, a 450kms de Abidjan, es una sucia y polvorienta ciudad bastante mediocre encajada en un pintoresco valle. Su principal referencia es la montaña Dent de Man (el diente del hombre) de casi 1.200mts., uno de los picos más altos de la Côte D' Ivoire que ofrece una hermosa panorámica de toda la ciudad con su mezquita como fondo característico, de los montes de Liberia y de los de Guinea. En el Mercado Central, se puede encontrar una amplia variedad desde alimentación, ferretería, telas y una colección sin fin de máscaras talladas de los Dan, desde los motivos mas sencillo hasta las más antiguas y muy adornadas. Las máscaras forman una parte integral de la sociedad de Yacouba. Existen no sólo como obras de arte sino como vestimenta, sobre todo con objetivos rituales, cada uno infundido con ciertas características divinas y simbólicas de la memoria colectiva de la comunidad. El festival anual de máscaras ocurre en febrero y ésta es la mejor época para ver todas las variedades de máscaras y bailes en el área. El pateo a La Cascade, una hermosa cascada en el medio de un bosque de bambú a 5kms de la ciudad, es tranquilo, sencillo, y atraviesa varias barriadas y un enorme bosque sagrado. Es también un lugar excelente para encontrar libélulas tornasoladas y una variedad amplia de mariposas de colores. El tramo de acceso (200cfa) tiene, junto a una escalera de cemento que llega hasta el recinto, un puente colgante (Puente de las Lianas), preparado para los turistas, que está en desuso por falta de mantenimiento. Copia de otro que se encuentra cerca, en Danane junto a la frontera liberiana, a dos horas al oeste, que cruza el río Cavally, construido enteramente en materiales naturales, en uso constante por aldeanos locales. Algo más arriba se encuentran varios pequeños poblados de casas de adobe. Son agricultores-recolectores y viven de lo que plantan cera de sus casas y de los bosques cercanos recogen todo lo que necesitan para subsistir. Son animistas y tienen algunos santuarios donde hacen los sacrificios pertinentes y las ofrendas a sus antepasados.
Subir al pico más característico de esta ciudad no es complicado. Atravesando varios barrios para cortar camino se llega hasta la base de la montaña, que no es otra cosa que un gran afloramiento rocoso que domina toda la ciudad. No hay pérdida porque siempre se tiene de referencia el alto pico. Hay que pagar 1.000cfa para acceder, y se supone que es un dinero que reciben los locales por adecentar el camino. Aunque desde hace muchos años esto no ocurre, principalmente porque no hay turismo. El guía que venía conmigo al principio se medio-negaba a continuar la empinada subida una vez comenzada. Está bastante recargada de plantas y el terreno resbala en ciertos lugares. La humedad es alta y la temperatura también. Un fumador, que aunque no es muy entrado en años, a cada paso que daba más cansado se sentía. Algo más de media hora y se llega a la cima. Está marcada la ruta mediante puntos rojos en la piedra. Y desde arriba las vistas son espectaculares!!. Todo el valle, salpicadas de montes de espeso bosque.
Comer en la calle también es barato aquí. En el mercado, en la calle principal o en el restaurante de la catedral. Algunos restaurantes conocidos, cerca del mercado, ofrecen platos muy bien combinados pero eso hay que pagarlo. Beber también es barato y todos acuden a los maquis, que tienen mesas y sillas para disfrutar del ambiente, casi siempre musical.