A las 8 de la mañana subí a un mototaxi (200cfa) para que me llevara hasta la estación de la compañía Utna. Como la hora de salida era las 09:00, me dio tiempo de desayunar con toda tranquilidad en un puesto frente a la estación media barra de pan con tortilla de dos huevos con algo de cebolla y un café con leche. Había dos guaguas aparcadas juntas que iban hacia Abidjan. Una más vieja que otra. Tras preguntar al taquillero me contesta que precisamente debía tomar la más vieja. Otra vez!!. Que mala suerte estoy teniendo con las guaguas últimamente, pensé. Pasaba casi treinta minutos de la hora de salida y ambas continuaban cargando los bártulos de los pasajeros. Cuando la mas nueva estaba a punto de salir llegó Jean, y tras preguntarme a qué vehículo tenía que subir se fue directo a la taquillera que el día anterior me había vendido el billete. Ésta se dirigió hacia el encargado de recoger los billetes de la guagua más nueva en el momento que se disponía a salir de la estación, prácticamente vacía y la detuvo para indicarle que yo debía subir a ella. Que impotencia mas grande!. Que más les daba a estos tipos que yo subiera a la primera. El caso es que salimos de la ciudad medio vacíos y por el camino fuimos recogiendo a más gente.
La llegada a Yamoussoukro (unos 240kms. al noroeste de Abidján) se produjo cinco horas mas tarde. En el momento que se entra a la ciudad, lo primero que impresiona es la enorme cúpula de la Basílica de Notre Dame de la Paix, que domina el horizonte. La guagua se detuvo en la estación de minibuses de la avenida Houpliouët-Boigny. Tenía información que el hotel Agip (7.000cfa) se encontraba cerca de la Gare Routiere junto a la gasolinera Shell. Al preguntar a la empleada me comenta que ahora se llama Motel Shell y los precios han cambiado a 15.000cfa. Me pareció caro, subí a un taxi compartido (200cfa) y pedí que me dejara en el Hotel Royal, que igualmente tenía referencia (10.000cfa) pero también me resultó caro pues cuesta 13.000cfa/climatizado. Tras subir a la habitación y observar lo cutre que era para el precio que me pedían decidí abandonar el hotel y continuar buscando ya que quería pasar varios días en esta ciudad y de esta manera el presupuesto se me disparaba.
Cuando venía en taxi a mitad de camino había visto un hotel anunciado en un cartel en medio de la acera. Así que hasta allí me dirigí a pié pero igualmente la mala suerte continuaba persiguiéndome. Estaba lleno durante varios días y el precio era 5.000cfa. Está situado en medio de un pequeño barrio de callejuelas estrechas con muy buen ambiente vecinal. Algunos puestos de comidas, dos ciber muy baratos (200cfa/hora) y bastantes maquis. No tuve más remedio que quedarme en el Motel Shell, aunque la empleada como que se compadeció de mi y me la dejó a 13.000cfa/climatizada. Estaba junto a la estación de minibuses y eso es para mi importante a la hora de salir temprano. En vista que no pude encontrar ningún lugar barato donde hospedarme, decidí pasar solo un día en esta atípica ciudad. Aunque algo mas tarde descubriría el hotel Akwaba (el más económico de todos).
Una vez instalado en la habitación y tras una refrescante ducha lo primero que hice fue salir a la búsqueda de transporte para el día siguiente a Man, mi siguiente destino. Sabiendo que el trayecto es largo y fatigoso intenté localizar alguna compañía que tuviera guaguas ya que las considero más cómodas que los abarrotados minibuses. Tras mucho preguntar parece que eso no es posible, así que terminé comprando un billete de un minibús que anuncian que todas las mañanas va directamente a Man.
Lo siguiente sería visitar esa enorme edificación religiosa que tan conocida ha hecho a esta ciudad. Así pues, vadeando el lago, llegué hasta la amplísima explanada donde se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de la Paz. Una vez tomado los datos de mi pasaporte y abonado el correspondiente derecho de entrada (2.000cfa/con guía) me agregué a un reducido grupo de visitantes. Construida con más de 300 millones de dólares es la catedral más grande de África y la iglesia más alta del mundo cristiano. Se parece mucho a la Basílica de San Pedro en Roma, pero en realidad es aún más grande: 158 metros de altura y una superficie de 30.000 metros cuadrados. Tiene varios ascensores para acceder a su planta superior. Una vez dentro tiene una capacidad para 7.000 personas sentadas y 11.000 personas más de pie. Los principales materiales de construcción, mármol de Italia y 36 enormes vidrieras realizadas por expertos artesanos franceses que enaltecen la hermosura de la construcción, causaron una gran controversia. El presidente Félix Houphouët-Boigny incluso se ha representado en una de las vidrieras ofreciendo un regalo a Jesús con sus apóstoles. Mucha gente se pregunta cómo un gran edificio con materiales tan caros se puede construir en una ciudad tan pobre de África. Incoherente en una región con escasos practicantes, aunque los sábados se llena de fieles. El Papa Juan Pablo II consagró la iglesia el 10 de septiembre de 1990, sin embargo, la basílica no se utiliza como iglesia principal de la ciudad. Hay otros dos edificios junto a la basílica: uno sirve como casa parroquial, y el otro como villa papal. Sin embargo, el Papa ha visitado la basílica una sola vez. Muchos de los líderes africanos entre los años 1970 y 1980 se encaprichaban por utilizar los escasos recursos de sus países para construir algunos indignantes edificios que no se ajustaban exactamente a las condiciones climáticas, pero que muy mucho convenía a sus egos.
Yamoussoukro fue la ciudad natal del primer presidente del país, Felix Houpliouët-Boigny, desde que se independizó de Francia, en 1960. Se localiza en el centro de la nación situada junto al lago Kossou, un embalse artificial construido sobre el río Bandama. En 1983 el Gobierno anunció que Yamoussoukro sería la nueva capital, en sustitución de Abidján, iniciándose la construcción de edificios administrativos. También comenzaría la transferencia de los departamentos gubernamentales. Su población era tan sólo de 45.000 habitantes, pasando a ser la capital oficial de Costa de Marfil desde ese mismo año, después de que lo hubieran sido anteriormente en el último siglo Grand-Bassam(1893), Bingerville (1900) y Abidjan (1933). A pesar de esto, la mayoría de las oficinas gubernamentales y embajadas extranjeras todavía siguen en Abidjan, que fue la primera capital tras la independencia de Francia en 1960. Ahora tiene una población de algo más de 200.000 habitantes, dispone de una arquitectura moderna -su antigua urbe de casas tradicionales fue reemplazada por estructuras de cemento-, mas de 10.000 innovadoras farolas en las calles y flamantes avenidas de hasta ocho carriles -algunas desiertas o que acaban en la selva-, que transmiten una visión irreal de lo que realmente es la ciudad. Sin embargo, la ciudad no deja de tener su encanto. Cuenta con dos de las mejores universidades de África Occidental e instalaciones de primera para convenciones que lo hacen atractivo para las conferencias internacionales. El Hotel President es uno de los mejores de Costa de Marfil y cuenta con un restaurante con cocina de calidad europea en la planta superior. Un campo de golf cercano rivaliza con el de Abidján. El antiguo Palacio Presidencial es utilizado por los familiares y lo más cercanos al presidente pero está fuera del alcance de los visitantes, aunque cualquiera se puede acercar a la finca a través de un pequeño puente sobre un lago artificial que está repleto de cocodrilos. Éstos son alimentados por la tarde a la vista de todos.