23 sept 2011

Es Viernes en Agadez

Para todos los musulmanes el Viernes es un día especial. Es el día Santo. El rezo se hace de forma colectiva y obligatoria. El Profeta enseñó a venerar este día, a respetarlo y a escogerlo para los actos especiales de adoración que pertenecen exclusivamente a este día.
Y como todos los Viernes en Agadez la Gran Mezquita estaba a rebosar. En el exterior innumerables filas de fieles ataviados con sus bouboús y turbantes de diferentes colores daba luminosidad a la calle y desde la azotea del hotel de l'Air las vistas son inmejorables.
Esta mezquita, de estilo saheliano, fue construida en 1.515 con ladrillos de barro y hierba (banco o tubali) por orden del emperador songhai Muhammad Askia, después de haber conquistado Agadez, y remodelada en 1.844 manteniendo la misma forma.
La construcción se realiza con bolas húmedas de tierra del tamaño de un balón colocadas sobre una capa de mortero hecho con tierra y el espesor del muro vino definido por tres o cincos bolas ubicadas sobre una cimentación en la que se ha colocado escombros de piedras como base y como protección.
Tiene un minarete de 27mt. de altura -el más alto de ladrillos de barro en toda África-, que domina toda la ciudad, al que se puede acceder gratis solamente los viernes. Los cuatro lados del minarete presentan siete huecos irregulares que iluminan su escalera interior. Pudo ser una torre de vigilancia además de un elemento religioso. Está atravesada por estacas de maderas como si de un puercoespín se tratara. Esto facilitaría la construcción que, en su momento, le daría más firmeza y mas tarde serviría para poder trepar para repararla, evitando así que la climatología la deteriorase con el paso del tiempo. La estructura tiene una cierta influencia de la arquitectura griega. El punto medio del minarete es algo más ovalado que el resto, que es una característica de las columnas griegas. Ahora se ha transformado un poco asimétrico debido a la influencia de los vientos y las lluvias. Pasando una pequeña puerta que se encuentra entre los espacios de oración se accede hasta lo alto del minarete. Mientras se va subiendo hay que ir esquivando los cientos de pequeños murciélagos que allí habitan y que revolotean alocadamente huyendo del lugar al pasar junto a ellos. Goza de unas vistas espectaculares sobre la ciudad y el desierto circundante. La sala interior tiene unas dimensiones de 18 x 22 metros aproximadamente con una altura de poco más de 2 metros y fraccionada en seis espacios paralelos al hueco al que todos dirigen el sentido del rezo (quibla), siempre orientado hacia La Meca, donde se encuentra también el mihrab que es un nicho sin decoración, y separados por muros perforados por unas aberturas bastante bajas y estrechas que obligan a agacharse para el paso de un espacio a otro. Hay también un pequeño lugar reservado al Sultán que se encuentra próxima a la quibla. En 1.977 se han realizado unas salas modernas que presentan una regularidad ajena al resto del conjunto. Ha sido centro de estudios islámicos y todavía continúa con esa tradición.
Todos los viernes a las 13h. es el momento mas palpitante del día, cuando la mayoría de los habitantes, hombres todos, se acercan a la mezquita lentamente desde distintas partes de la ciudad, a través de todas las calles adyacentes, vistiendo mayoritariamente un bouboú o chilaba blanca, que consta de dos piezas, que simboliza una actitud de purificación que suprime toda diferencia de raza y condición social, con sus esterillas y alfombras personales a rezar dentro o fuera de la misma. Desde el altavoz, enganchado en la parte baja del minarete, suenan los cánticos de llamada a la oración por parte del Imán: : “Allaaaaaahuk Akbar!!...” = “Alá es Grande!!. Doy fe de que no hay más Dios que Alá. Doy fe de que Mahoma es el profeta de Alá. Venid a la Oración. Venid a la Salvación. La Oración es mejor que el sueño. Alá es grande. No hay más Dios que Alá”.
Comienzan las abluciones que preceden a la oración con los característicos calderos de plástico que parecen teteras -manos, cara, boca, pelo y pies-. Luego se van colocando en filas y bajo las frases del Imán recitando versos del Corán, realizan sobre sus respectivas esterillas las inclinaciones rituales. Se colocan de rodillas con la frente apoyada en el suelo en señal de sumisión a Dios y vuelen a ponerse en pie con las manos juntas haciendo el gesto de poseer el libro sagrado. Este protocolo llega a repetirse hasta cuatro veces. La acción tan sólo dura 15min. pero la estampa es extremadamente llamativa. Hay que estar, sin duda, en el momento oportuno para no perderse el instante.
La oración (Salát) la pueden realizar en cualquier parte, solos o acompañados, pero la oración comunitaria tiene más valor que la que se hace en solitario. Así pues, la unicidad de Dios se expresa ritualmente en la oración comunitaria, que todos los musulmanes deben observar, rezando en la misma dirección: hacia la Meca, donde se encuentra la Kaaba, la primera casa de Dios.
Las mujeres en cambio tienen su huequito en muy pocas mezquitas, así que la gran mayoría rezan en sus casas. A las que pueden acceder, tendrían que situarse separadas de los hombres y fuera de las miradas masculinas. Nunca delante de ellos porque dicen éstos que se distraerían observando los culos de las féminas y no podrían concentrarse para orar. Las mezquitas, al igual que las primeras iglesias cristianas que no tenían espacio para ellas, junto a los hombres, se caracterizan por su amplia asistencia masculina.
Los demás días de la semana no es obligado rezar en una mezquita y ante la aplicación de un estado de necesidad cualquier lugar aseado, ya sea en el trabajo, en la calle o en casa, es aceptable para comunicarse con Alá.
Quien no pueda por cualquier causa hacer la oración a sus horas según el ritual preceptivo, no estará obligado a ello. La suplirá después en su casa. Al no existir el sacerdocio en el Islam, las Salát pueden ser dirigidas por cualquier persona, elegida por la comunidad y que sepa leer árabe, ya que no cabe el rezo en otra lengua.
Todos los días realizan los cinco rezos en las horas que corresponde: 4:30 de la mañana, las 13:45, las 16:00, las 18:15 y las 20:00.
Estas oraciones marcan el ritmo del día, elevando el pensamiento a Dios.

Allah ya kiyayi
(que Alá te proteja)

22 sept 2011

El Festival Cure Salée y una Boda Tuareg

A las 5 de la mañana me ponía en cola esperando a subir a la guagua que me iba a llevar hasta Agadez. La caótica situación que habían creado los empleados a la hora de permitir subir a los pasajeros al vehículo nos hizo salir con más de 45min. de retraso. Y es que a "grito pelao" llamaban a cada uno y tachando en la lista. Las mujeres iban subiendo primero, pero llevaban trastos que pondrían en otros asientos para reservar a los demás. Así pues, esta vez tampoco me tocó un buen asiento. Más de 6 horas de trayecto a través de hermosísimas vistas de arboledas, verdes pastos, plantaciones de sorgo, millo y zonas desérticas con pequeñas dunas. Fuimos atravesando el centro del país y nos dirigíamos al desierto. Esta zona hasta hace poco estaba considerada de alto riesgo, sobre todo para los extranjeros debido a la "Revueltas Tuareg" que mantenía en guerra a éstos con el gobierno nigerino.
Normalmente a la entrada de Agadez un control militar se encarga de requisar los pasaportes a los extranjeros para devolvérselos al día siguiente y así tener conocimiento de su presencia. De esta manera estarían todos inscritos y "bien controlados". Pero esta vez, a mi llegada, sólo lo observaron y me lo devolvieron con una ligera sonrisa. Parece ser que la cosa está bastante tranquila estos días, y yo ya lo sabía tras leer algunos periódicos digitales meses atrás. Once años después de la rebelión de Tchin Tabaraden (mayo de 1990) y el período de intranquilidad que la siguió, la situación de los Tuaregs de Níger parece haberse calmado. El gobierno ha hecho gestos que garantizan una tranquilidad momentánea. Y por eso he aprovechado para acercarme a esta zona del país, sin descartar la posibilidad de toparme con Al Qaeda.
Desde la estación fui directamente en moto-taxi al hotel que tenía apuntado pero éste hacía tiempo que había cerrado y estaba de reformas. Por lo que volví a subir a la moto para buscar otro, pero esta vez los precios que me ofrecieron era demasiado alto. Me temía lo peor, que los secuestros de los turistas hace meses hubiera hecho que los precios fueran muy altos debido a la poca competencia entre los hoteles como consecuencia del miedo de los extranjeros para venir a esta zona del país. La crisis turística había hecho cerrar a la mayoría de los hoteles al igual que muchos restaurantes.
Me quedaba por visitar el Hotel de l'Air, un clásico en esta pequeña ciudad, antiguo palacio construido por el Sultán Tegama como residencia temporal del tuareg Kaossen, declarado "gran rebelde" por los franceses en época de la lucha contra la colonización. Me ofrecieron una habitación (10.000cfa) junto a la terraza, amplia, con ducha interior y unas fenomenales vistas sobre la mezquita y su notorio minarete de 27 metros de altura. Rápidamente dejé mis mochilas en la habitación y salí en busca de la oficina de turismo para preguntar primeramente si tendría posibilidad de juntarme a algún grupo de turistas para hacer alguna ruta por el desierto o hacia las Montañas del Air en 4x4, y segundo, conocer la fecha exacta del Festival Cure Salée. Durante largo tiempo estuve dando vueltas sin encontrarla, preguntando por ella, pero como que nadie la conoce, y de casualidad conocí a Aghali Aboubakar un kabu-kabú que me llevaría tras mucho preguntar y recorrer la ciudad de arriba a abajo hasta la dichosa oficina. Pero estaba cerrada. El día anterior los empleados habían partido hacia Inghal para la celebración del festival del Cure Salée. No me lo podía creer. Había llegado tarde al desconocer la fecha exacta. Sin embargo, Aghali me comentó que tenía intención de ir allá porque tiene familia e iba a quedarse con ellos a pasar los días de festival. Me propuso que si le llenaba el depósito (6.000cfa) y cambiábamos el aceite (1.000cfa) podríamos ir juntos en su moto y quedarnos con su gente. Me pareció genial. Y así procedimos. Recogí mis pertenencias del hotel, cancelé la habitación, que no me cobraron por dejarlas ahí, y salimos hacia Inghal por una carretera secundaria que solamente al principio y al final está asfaltada, pero a mitad es absolutamente caótica entre tierra, gravilla y arena. Fueron tres angustiosas horas bajo vientos que transportaba toda la polvareda de los vehículos que nos adelantaban o cruzábamos y la lluvia, para rematar, nos cayó en varias ocasiones.
La llegada al pueblo presagiaba lo que podíamos encontrar: gran movimiento de gente, cantidad de vehículos, extensas nubes de polvo, y Aghali parándose a cada momento para saludar a mogollón de gente que conocía. Entre ellos sus primos quienes en seguida nos acompañaron a la casa donde nos íbamos a quedar ese fin de semana. Por el camino pasamos delante de la explanada donde se estaba celebrando el evento. Una muchedumbre rodeaba a varios camellos que se exhibían completamente engalanados con vestimenta Tuareg al igual que sus jinetes. Al otro lado, un grupo de Bororos pertenecientes a la comunidad Peúlh, en fila de uno, danzaban y cantaban ataviados con su vestimenta tradicional negra adornada con bordados de vivos colores, la cara pintada de ocre y puntos blancos, labios completamente negros que acentuaban el blanco de sus grandes dientes y enormes ojos remarcados por líneas negras que movían de forma muy llamativa para atraer la atención de quienes tienen en frente. En circunstancias especiales se realiza para atraer la mirada de la que podría ser su futura mujer en ciertos rituales concretos que se realizan durante estas fechas. En sus cabezas una larga pluma embellecía aún más sus finas facciones. La nariz es mucho más estilizada que la de cualquier otro africano. Cuanto más bello y femenino parezca más facilidad para ser elegido entre las demás mujeres de la comunidad.
Dejamos las mochilas en la casa, nos lavamos un poco pues veníamos cargados de tremenda polvareda y tomamos un te de bienvenida. Llegamos prácticamente anocheciendo y nos sentamos entre la multitud para poder ver lo poco que ya quedaba del día, un concierto de un grupo Touareg que mezclaba música tradicional con rock. El guitarrista escondía bajo su enorme turbante turquesa unas colosales rastas que en un momento dado se las soltó haciendo que el público se exaltase de tal manera que hasta Aghali, un pibe con una gran influencia rastafari -se las está dejando crecer-, se pusiera a saltar como loco. Este grupo tiene gran tirón entre los más jóvenes y en medio de canción y canción repetía la necesidad de una paz indefinida para los pueblos del desierto. Y de esta manera, la gente aún más se entregaba.
Las noches las pasamos en el patio de entrada de la casa donde todos sacan sus esterillas de rafia y ponen una colchoneta para dormir porque hace tanto calor que no es posible dormir en las habitaciones. En el patio central se encuentra una caseta tradicional Tuareg, de palos de madera cubierta con esterillas y telas, sin pared, que sirve tanto de dormitorio como de lugar de descanso los días soleados. Los tíos de Aghali montan por la noche una cama con listones de madera, con un enorme colchón, unas mantas y una larga almohada con funda de cuero pintada con dibujos geométricos de colores rojo y negro, y duermen también bajo las estrellas.
A la mañana siguiente desayunamos juntos la "boulle" (sorgo triturado con un mortero y mezclado con leche) algo parecido, en consistencia, al gofio y tomamos el te Tuareg de la forma tradicional: 3 vasitos, cada uno menos fuerte que el anterior (el primero amargo como la muerte, el segundo fuerte como la vida y el tercero dulce como el amor). La tetera la llenan de te verde chino (100grs.) a la que le echan una poca de agua y bastante azúcar, la ponen sobre un pequeño fogón con carbón y se espera hasta que se haga. Se remueve el líquido elemento trasvasándolo en sucesivas ocasiones al vaso hasta que alcanza el sabor buscado. Lo cierto es que la primera toma es horrorosa, sobre todo para los que estamos acostumbrados a tomar buen té, y como es debido. La tercera es la que mejor me sabe.
Las bebidas (bolsas de agua o refrescos) las tomábamos en los puestos del evento y las comidas en los maquis del pueblo. Los precios no eran abusivos para el lugar y la fecha que nos encontrábamos, aunque no había mucha variedad de comida. Muchos puestitos vendían carne de cabrito asado sobre un fogón de maderas que le daba un exquisito sabor debido a las especias que les ponían. La limpieza era lo último que se miraba en estos puestos, al igual que los otros que vendían barras de pan aplastadas de tanto calor que le daba. Muchos comen el pan mojado en el cafe con leche o untado con mantequilla. Las moscas rulaban por todas partes y era algo que no importaba mucho.
Se desarrollaron diferentes bailes tradicionales Tuareg (Tendé) y los clásicos de los Bororos, mientras las mujeres vestidas completamente de negro se concentraban entre la multitud, frente a ellos, para observarlos. Había de todas las edades, pero las más jóvenes eran la mayoría. Parecían muy interesadas en cómo se desarrollaba el lento pero rítmico baile. Quién sabe, de aquí podrían surgir nuevas parejas. Incluso se eligió por medio de jurado al mejor traje elaborado y al mejor pintado. Se hicieron varias carreras de camellos de larga distancia con premio para el ganador, que fue un jovencito jinete que ganó a otros mayores con más experiencia, lo que causó gran expectación. Los acontecimientos estaban congregando cada vez a más gente. Habían venido de todos los pueblos de los alrededores y eso se notaba en el colorido tan amplio en ese gran descampado. Vehículos 4x4, camiones cargados de gente, viejas guaguas, camellos, asnos, cabras para ser vendidas... Todos participan en este evento. A todos se les nota felicidad, principalmente sabiendo que la paz impera. Otros años ha tenido que suspenderse debido a las amenazas de los grupos Tuaregs que luchan contra el gobierno. La obligada sedentarización de los grupos nómadas, han obligado a numerosas comunidades familiares a inventarse otros medios de vida y a adaptarse a nuevas situaciones. La expoliación de Uranio en el desierto que lleva a cabo una empresa francesa con la connivencia del gobierno nigerino sin repartir beneficios en el pueblo Tuareg, que son los que habitan la zona, no se le olvida a ninguno. El lugar está tomado por los militares, pero esto no influye en el festival. Todo parece muy tranquilo y eso me motiva a disfrutar con más seguridad en esta conflictiva zona del país. De cualquier manera estoy muy bien acompañado. Apenas he visto unos pocos turistas que han venido con alguna agencia de viaje local contratada en Niamey.
Allí mismo nos enteramos de la boda de unos primos de los Aboubakar, que se celebraría en Agadez en pocos días y a la que fui invitado por los familiares. Duraría tres días y se realizaría a la manera tradicional Touareg. Incluso Aghali insistió que me quedara en su casa el tiempo que fuera necesario, incluso los días de espera hasta que se celebrase el Geerewol. Vaya casualidad, ahora me comienza a cuadrar todo a pesar de tantos inconvenientes pasados.
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La vuelta a Agadez no fue tan cansina esta vez. Ya conocíamos el tiempo que íbamos a tardar en llegar y por eso nos levantamos temprano para que no nos pillara el calor del medio día, aunque fue casi a esas horas cuando alcanzamos entrar en la ciudad.
Al atardecer pasamos por la "casa de los hombres" donde se estaba realizando los preparativos: en las paredes de un gran patio de altos muros perteneciente a la casa se clavaban grandes alfombras de colores, se instalaban las tarimas enmoquetadas donde quedarían recostados los casorios esperando a los invitados para ser saludado por todos y se ponían ordenadamente algunas sillas de plástico. Por la noche ya todo estaba en marcha. Sobre dos tarimas con un alto colchón tapadas con sábanas estaban los dos primos que se iban a casar. Y es que para ahorrar lo iban a celebrar dos primos a la vez. Llevaban el rostro cubierto por un turbante de color y estaban rodeados por sus amigos mas cercanos, que estaban sentados a sus lados. En un extremo del patio un Dj cambiaba su aburridísima música a cada momento mientras el resto de invitados entraban, salían o se sentaban en las sillas. Lo más destacado de todo era cómo se saludaban tan amablemente. De vez en cuando dos jovencitas con una bandeja repletas de vasos ofrecían agua a los asistentes, la inmensa mayoría familiares. Más tarde sacarían bandejas repleta de arroz con carne de cabra que se repartirían en grupo de cuatro o cinco comensales. Luego nos desplazamos a la "casa de las mujeres" donde ya habían preparado a las chicas igualmente con un turbante sobre la cabeza. Se encontraban en un lado de la habitación y todas las demás bailaban o cantaban a ritmo del tam-tam tradicional (Tendé). Vaya diferencia de ambiente!! Así discurrieron ambas fiestas hasta altas horas de la noche.
Al día siguiente, pasaríamos por el mercado en busca de un sastre al que previamente había ido Aghali para encargarle un traje tuareg para ambos. Debíamos estar presentables para la celebración. Luego volvimos a pasar por las casas para ver como iba trascendiendo el evento. Nuevamente, en la "casa de los hombres", pero del otro primo, la música estaba muy alta, los asistentes sentados junto a los casorios, con cara que empezaba a notarse el cansancio, y dentro, la familia preparaba la comida en enormes calderos. El movimiento de gente que entraba y salía era muy activo y para mí apenas sin sentido. En cambio en casa de las mujeres, ya habían comenzado los bailes Tendé: un amplio grupo de mujeres cantaban a ritmo del tam-tam y una salía a bailar unos rítmicos pasos que levantaba cantidad de polvo del suelo. Pasarían varias horas sin parar bajo un excesivo sol, incluso una llegó a entrar en "trance", perdiendo el conocimiento en varias ocasiones intentando continuar el baile. Algunas se asustaron y terminaron por llevársela. La sesión acabaría con una copiosa comida. En la habitación de las chicas, todas las de su edad, alrededor de éstas, bailaban música pop africana contoneando rítmicamente los culos y riendo entre ellas. Así sucedería los tres días: bailando, comiendo, saludándose, vistiendo sus mejores trajes que cambiaban dos veces al día -ellas-, pero eso sí, cada sexo en su lugar familiar. La boda concluyó al atardecer al casarlos el Imán en la mezquita.
Durante el resto de la semana, esperando el comienzo del festival de Geerewol para salir de Agadez, la casa serviría de lugar de reposo durante los momentos más calurosos del día. Hemos recorrido ampliamente la parte vieja de la ciudad que es un laberinto de callejuelas entre altos muros de piedra de adobe y los barrios colindantes, visitando cantidad de familiares y compartiendo momentos de descanso oyendo música en el salón de alguna casa; hemos bebido te o agua con trozos de hielo en una gran taza comunal; hemos dormido juntos en el patio central de la casa, que está rodeado por cinco habitaciones donde cada componente familiar tiene sus pertenencias. Igualmente, como por las noches no se puede dormir dentro, todos sacan las camas o las esterillas con sus colchonetas y duermen bajo las estrellas. Para que los mosquitos no molesten todos ponen mosquiteras. En el centro se encuentra el grifo donde se coge el agua para beber, lavarse o hacer la comida. Se puede beber sin problema, aunque sale algo caliente. El fogón lo hacían tras un pequeño muro y cuando se mete alguna racha de viento la comida queda aderezada con tierrilla. Hemos desayunado casi todos los día "la boulle", y a veces hemos almorzado o cenado, en la misma bandeja familiar, con la mano derecha tras lavarla con un calderito de agua, y no escatiman a la hora de meterle arroz a lo que hayan preparado (carne, pescado o algo de verdura) y acompañado con salsa de arachide (de cacahuete).
Llama mucho la atención el espontáneo saludo que a cada momento efectúan entre todos. Quien llega saluda con un Salam Aleikum y prosigue con un apretón de mano, y mientras se realiza infinidad de preguntas, se responde con las respuestas correspondientes. Algo así como: la salud?, el trabajo?, la familia?, el familiar o familiares?, los animales?... bien gracias, todo bien - a cada pregunta-. Son extremadamente educados y serviciales y en todo momento me han ofrecido las mejores sillas, me han sentado junto a los mayores cuando toman té sobre las esterillas, traído agua con hielo para beber cuando he llegado acompañando al realizar alguna visita familiar... Los más pequeños incluso desde los dos o tres años obedecen sin rechistar cualquier orden que se les dé. Como si tienen que salir de casa para ir a buscar un pedazo de hielo en la tienda que se encuentra varias calles más allá para enfriar el agua del caldero en el que todos van a beber.
En fin, una excelente convivencia con la comunidad Touareg del norte de Niger, que he sustituido gracias a una extraordinaria casualidad, por aquella excursión que quería realizar a través del desierto. La familia, que había sido muy amable conmigo en todo momento, el último día me insinuó que comprara algo para la despedida: un cabrito, y así vendría toda la familia a despedirse de mi. Y así lo hicimos, aunque afortunadamente no vinieron todos los que acudieron a la boda, sí que se concentraron en dos espacios de la vivienda, el de los hombres y el de las mujeres donde comimos por separado. El cabrito lo compramos en el mercado de animales (marché du bétail), lo llevamos al patio, se degolló, lo despellejaron y trocearon allí mismo. Varios kilos de arroz y ensaladas de lechuga, tomate y cebolla que habíamos comprado en el mercado aderezaron el banquete. Agua con hielo, y varias enormes bandejas en las cuales todos metían su mano derecha para comer. Antes y después de comer hay que lavarse las manos bajo un recipiente de agua que es echada por encima de las mismas cayendo el agua en otro caldero que se retira al final. Todos hacen el mismo gesto como ritual diario.
Luego, el apetecido te de todas las ocasiones que llevaría a charlar durante un largo tiempo, para concluir afectuosamente el festejo culinario de agradecimiento.
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ALGUNOS INVITADOS DE LA BODA





































16 sept 2011

Entre los Sultanatos de Zinder y Maradi

A 2 kilómetros de Village Chinoise dirección Grand Mosqué se encuentran varias estaciones de guaguas, entre ellas la de Rimbo Transport, con unos vehículos de presencia bastante fiables -climatizados- como para realizar cómodos trayectos largos. Así que a la 4:30 de la mañana cogía un taxi -circulan muchos a esas horas- para dirigirme a la estación. Seis guaguas, tres de ellas con A/C, se dirigían a varios destinos, y entre ellas la mía hacia Maradi, primera parada de dos en mi ruta hacia Agadez, en busca de dos de las festividades más importantes que se celebran cerca de allí, tras la época de lluvias: la Cure Salée y el Geerewol, y si hay algún grupo de extranjeros intentaré unirme a ellos para realizar un Tour entre el desierto y las Montañas del Aïr.
La carretera dirección E está en buen estado y los casi 650kms. los recorrimos en 11 horas. Una de ellas, casi lo que tardamos en salir de la capi, pues con treinta minutos de retraso se sumaron otros treinta por la primera parada para el primer rezo de la mañana. Si elegí detenerme en Maradi no ha sido por otra cosa sino para poder sentir ese ambiente que se respira en ciudades donde habitan los musulmanes mas conservadores del Islam, quienes están llamados para la práctica de la Sharía, una ley radical donde muchas mujeres son obligadas por sus familiares o maridos a ir ataviadas con la Hijab -apenas se les ve un poco la cara- y más aún las niñas desde muy corta edad. Y también poder visitar la Casa del Chef de Maradi, un tipo bastante amable que tras pedir audiencia a uno de sus tantos guardias cortesanos personales a la entrada, presentando mi pasaporte, me permitió el acceso, eso sí, rodeado por cinco y uno de ellos armado con un enorme sable y mirada desconfiada. Me mostraron la sala de audiencia y la de visita de los líderes de otras comunidades.
Bajo el dominio francés el número de sultanatos en Niger fue reducido a dos, Agadez y Zinder, mientras otras autoridades tradicionales fueron renombradas como "chefferies" o jefecillos. El de Maradi es un ejemplo de la corte tradicional donde el protocolo se ha mantenido casi intacto al de aquel sultanato. Fuera de su habitación, sentado sobre varia alfombras de colores, se encontraba el gran Sultán, ataviado con su enorme Boubou canelo y blanco, bordado, rodeado de varios consejeros y uno de sus hijos. Tras presentarle pleitesía, arrodillado ante él -nunca se ha de estar de pie ni a más altura suya-, estuvimos charlando sobre mi procedencia, el motivo de mi viaje, cuanto tiempo estaría viajando, porqué elegí Niger, y algunas cosillas más. Cuando les dije que estaba interesado en asistir al festival de Geerewol se alegraron mucho y me desearon suerte en mi viaje. Esta es una ciudad -la tercera más grande- aún mas sucia que Niamey. Las calles (goudrones) de tierra están en muy mal estado y la carretera principal que la atraviesa se concentra todo el comercio principal. La explanada de lo que fue en su momento el Grand Marché -se incendió hace algunos años- es ahora un lugar acumulación de basuras y escombros. El mercado ha sido trasladado a los alrededores de la Autogare y es aún más calamitoso. Coincidí con su día de mercado -lunes y viernes- que también es bastante ajetreado, sucio y poco colorido. Infinidad de puestitos muy malamente exponen de todo lo que se pueda necesitar en una gran ciudad, pero el calor que se pasa es tan agobiante que la visita la he tenido que realizar en poco tiempo. Realmente, como en todos los mercados populares africanos. Me he quedado en un pequeño complejo de tres hoteles, el Larewa (7.500cfa), bastante caótico y poco cuidado, pero es lo que hay ante la falta de hoteles para mochileros. Mi siguiente parada ha sido en Zinder. Me dijeron en dos ocasiones, y diferentes días, que viniera a las 7 de la mañana para coger el minibus que todas las mañanas se dirige hasta allí. A esas tempranas horas no hay guaguas ya que pasan mas tarde de las 14:30 -vienen de Niamey- y el trayecto de tres horas podría incluso ser más. Como no me gusta llegar anocheciendo a ningún lugar elegí viajar en el minibus de la mañana.Para tener más seguridad y elegir un mejor asiento -delante junto al chófer es el más cómodo- me presenté a las 6:30 pero lo que me prometieron no se cumplió pues no salía ningún minibus a esa hora y me señalaron a un Peugeot 504 de nueve pasajeros que estaba aparcado a la entrada. Tras más de 5 horas esperando, ya que apenas éramos cuatro pasajeros al final, a las 12, subimos a un minibus que se dirigía a Tessaoua, una población intermedia. Todos los pasajeros, apelotonados en su interior, se bajarían allí, y a nosotros nos llevarían hasta Zinder, pero no lo podríamos decir si la policía nos preguntaba el destino para que así el chofer evitara pagar la tasa del trayecto, que sería más cara. Aún más tenso se hacía el recorrido, pero como ya todos sabíamos... esto es África!! Zinder fue un antiguo sultanato y ruta principal de paso de las caravanas que venían del desierto con marfil, sal, oro y esclavos, que en muchas ocasiones eran aquí vendidos -una placa así lo atestigua en el mercado del barrio Birni-. He considerado imprescindible visitar este viejo barrio donde destaca el Palacio del Sultan al que intenté acceder pero sólo me permitieron ver varios habitáculos, uno de ellos el patio de las celdas de los prisioneros, subir al tejado para tener una visión algo más alta del barrio y poco más. Su gran puerta de entrada contiene llamativas piezas de metal que cada sultán clavaba durante su reinado. Luego, previo pago de un guía local (5.000cfa/incluido entrada al Palacio), realicé un paseo por los alrededores del antiguo barrio donde muchas viviendas conservan aún sus fachadas adornadas y pintadas. En ellas viven los ministros del Sultán.A un saltito en moto-taxi (kabou-kabou) se encuentra el mercado de los animales (Marché de Betail) donde todos los jueves van cantidad de gente a negociar con cabras, vacas, toros, asnos, caballos y camellos. El ambiente es extraordinario sobre todo ver como realizan las elecciones de los animales y el ritual clásico de las compras, con el consiguiente regateo. El Grand Marché es como todos, bullicioso y caótico el día que le corresponde de mercado, en el que diferentes comunidades (Hausas, Djerma-Songhai, Peul y algunos Tuaregs) ataviadas con sus trajes tradicionales, vienen a comprar o vender, a la vez que mucha gente camina a exagerada velocidad a través de los estrechos pasillos, enjambres de puestos con sus desordenadas mercancias.
Infinidad de olores se mezclan con el calor y la suciedad y el ambiente resulta bastante estrafalario. Bajo precarios toldos se vende de todo: bolas negras de especias, pescado ahumado o secado al sol, cañas de azúcar, cereales, arroz, frutas, gallos y gallinas de Guinea (pintades), tacos de jabón que parece grasa, artículos de ferretería, telas de estampados africanos, ropa occidental de segunda mano -principalmente camisas y vaqueros-, cacharros chinos de plástico, medicamentos -algunos caducados o quemados por el sol-, mochilas chinas... Destaca los trabajos en las enormes calabazas secas de hasta medio metro de diámetro que sirve de depósito o de caldero para la comida, pintados con llamativos colores, y las vasijas de barro (poteries) pintadas con vistosos colores.
Me estoy quedando en el Hotel Malem Kalkadanu (10.000cfa/con baño), una edificación tradicional con un gran patio interior y corredores en la planta alta donde van a dar los diferentes pasillos de las habitaciones. Lástima que los conceptos "limpieza y mantenimiento" no se entienda mucho en África. Siempre se ha dicho que la pobreza no tiene porqué estar reñida con la limpieza. La cocina familiar se encuentra en el patio, frente a mi habitación, al aire libre como en todas las casas tradicionales. El fuego se hace con ramas secas y el continuo olor a madera quemada, el humo que desprende, el griterío de los innumerables niños que tiene esta gente -se dice que Niger es de los países con más alto índice de nacimientos del mundo y cada familia puede tener una media de 8 hijos!!- y el ambiente familiar que rodea el edificio sobre todo a la hora de comer -preferentemente la Pâte de sorgo o millet bastante caldosa, delicia de los más pequeños, o el arroz blanco con algo de salsa-, hace que sea por mi parte una estancia bastante emotiva.
Lástima que el exagerado calor de medio día haga arduo el paso de las horas centrales. Mi habitación tiene ventilador en el techo pero se hace calurosa aún con las ventanas abiertas. Los muros de ladrillos de adobe mantiene el calor de todo el día hasta altas horas de la noche. Mañana, si todo sale bien, será el culmen del viaje: Agadez. Desde allí planearé, dependiendo que pueda encontrar más turistas, alguna ruta por el desierto. Y si los precios no son exageradamente altos para mi presupuesto, claro!. Lamentablemente suelen serlos, pues el combustible es caro y el alquiler de los vehículos 4x4 aún más. De momento apenas he visto algún extranjero por ahí, pero he de dirigirme a Agadez para probar suerte e intentar coincidir con más gente para compartir los gastos. La tensión vivida hace algunos años entre los Tuareg y el gobierno enfrentados por las expropiaciones forzosas debido a la aparición de Uranio en el desierto cerca de Arlit ha desencadenado en situaciones muy peligrosas. Hasta hace varios meses viajar a esta zona estaba prohibida a los extranjeros debido a los secuestros y robos en algunas carreteras. De momento parece que la cosa se ha normalizado pero no ha concluido, por lo que en cualquier momento pueden volver a enfrentarse. Los peores parados es la propia población nigerina que vive del turismo y que principalmente llega hasta Agadez en busca de aventuras entre los desiertos del Sáhara y Teneré. Y es una lástima porque éste es un pueblo bastante luchador a pesar de las condiciones tan extrema en la que vive. Pero eso a los Tuaregs no les importa ya que priorizan el recuperar sus terrenos robados y sobre todo que se repartan equitativamente las riquezas obtenida de tan preciado mineral en un país donde la pobreza es exageradamente alta. Pero como hay muchos intereses europeos por medio esto será una larga lucha sin solución momentánea.
Nuevamente he de mencionar que la prosperidad en la que vivimos los europeos en parte se la debemos a todas las riquezas que le estamos expoliando a los africanos en connivencia con los gobiernos corruptos africanos. Ayer me enteré que la Cure Salée empezaba hoy. Aunque nadie sabe realmente la fecha hasta que a última hora no lo digan las autoridades. Parece ser que durará cinco días y tras ella vendrá el que le sigue, el Festival de Geerewol. Esta mañana, sin pérdida de tiempo he ido a comprar el billete de bus de la compañía Sonef T.V. (7.500cfa) para salir nuevamente a las 5 de la mañana en un trayecto, espero, no dure más de 8 horas. A partir de aquí cualquier cosa puede pasar y espero que no me coja en medio... El desierto estará casi "bajo mis pies"...
INSHA'ALLAH!!

15 sept 2011

Comer en Niger

Comer en las calles de Niamey revela ampliamente que estoy en un país muy pobre. Apenas hay puestos callejeros como en los otros países que he visitado. Y cuanto más al norte, hacia el desierto, los productos escasean. La gente no puede permitirse una comida en un restaurante así que mayoritariamente comen en sus casas. Compran algo de comida y se la llevan en bolsas de plástico.
Lo más habitual son los puestos de carne de cabra asada, o de pollo, que están por todas partes, junto a los pinchitos de cualquier parte del animal. Aquí se come todo. Incluso media cabeza de cabra aderezada con salsa. Hay puestos que acompañan los asados con papas fritas.
Es corriente, como en muchos sitios, que la carne sea troceada y luego envuelta en papel de saco de cemento, aún con restos de polvo. Como el Kilichi, finísimas tiras de carne secada al sol durante varios días en plena calle y luego pasado por la parrilla.

(Notas Nuevas Añadidas durante el Viaje)

Al igual que en los otros países pero con nombres particulares de cada zona que jamás pude recordar por los constantes movimientos que he hecho por el país:
Ñame troceado y frito.
Arroz con Judías.
Arroz y Salsas diferentes (de arachide o cacahuete, de pescado seco, de carne...).
Carne en salsa, normalmente de vaca.
Couscous de sémola de trigo con Salsa y Carne. Fue raro encontrar un lugar que me echaran algo de verdura.
Couscous de millet con salsas.
Espaguetis con algo de salsa de tomate concentrado y media barra de pan. Hay quienes lo mezclan con arroz. Otros lo meten en un bocadillo.
La Boulle, el Millet triturado con un largo mazo de madera dentro de un mortero y mezclado con especies diluido en agua o leche caliente. Se toma normalmente en los desayunos.
La Pâte, (parecido al foufoú) bola de millo triturado en el mortero y mezclado con agua, para acompañar a las salsas con carne.
Tchoukou (o Takomert en el norte), finísimas tiras de queso seco que puede ser de leche de vaca, cabra o camello. De ella depende su sabor y olor.

Como he vivido con diferentes familias he querido comer lo mismo que ellos. No he pasado realmente hambre pero sí me ha aburrido la monotonía culinaria. En las casas más humildes se desayuna las sobras, si las hay del día anterior, recalentada y acompañada con alguna salsa y pan de barra. O pan con mantequilla del puesto callejero. Para los pequeños, sólo en ocasiones, habrá algo de leche en polvo. También la Boulle o agua del chorro enfriada con hielo.
A medio día, los enormes platos se sirven cargadísimos de arroz y algo de carne en salsa donde todos lo comerán alrededor del mismo y sentados sobre una esterilla, tras lavarse la mano derecha, con poquísima higiene. Cada sexo tiene su plato. Las sobras serán para los más pequeños. O las mujeres como en algunos casos que he visto.
Las compra de alimentos será diaria ya que muchas casas no tienen electricidad así que todo hay que consumirlo pronto.
Una corta visita al mercado local es suficiente para ver el alto riesgo que se corre, al menos en mi caso, y soy duro de estómago, con las carnes. Moscas, muchísimas, de todos los tamaños y formas. Algunos trozos que llevan horas expuestos han cambiado su textura y su color. Pero no su olor. Y eso me ha extrañado. Dicen que al hacer tanto calor y siendo continuo, sin cambios de temperatura, la carne no se estropea. No se echa a perder. Y parece que sea cierto porque a la gente no le importa espantar con las manos el mogollón de moscas y pedir el trozo deseado.
Yogourt dulce (Solani), riquísimo, en tiendas con frigorífico. Se vende en bolsitas. Eso no quita el riesgo del transporte hasta la tienda por coches sin refrigerador. Ni los cortes de electricidad sufrido por el tendero.
Bissap, un refresco de jugo natural de flores de hibiscos que se vende en bolsitas o botellas de refresco recicladas.
El agua, en bolsitas de 25 o 50cl, a 25cfa o 50cfa, depurada -dicen- y que en ningún momento tuve problemas de beber.
El agua de los grifos fuera de las ciudades que viene en tuberías parece que están tratada con cloro -dicen- y que tampoco tuve problema de estómago.