16 sept 2011

Entre los Sultanatos de Zinder y Maradi

A 2 kilómetros de Village Chinoise dirección Grand Mosqué se encuentran varias estaciones de guaguas, entre ellas la de Rimbo Transport, con unos vehículos de presencia bastante fiables -climatizados- como para realizar cómodos trayectos largos. Así que a la 4:30 de la mañana cogía un taxi -circulan muchos a esas horas- para dirigirme a la estación. Seis guaguas, tres de ellas con A/C, se dirigían a varios destinos, y entre ellas la mía hacia Maradi, primera parada de dos en mi ruta hacia Agadez, en busca de dos de las festividades más importantes que se celebran cerca de allí, tras la época de lluvias: la Cure Salée y el Geerewol, y si hay algún grupo de extranjeros intentaré unirme a ellos para realizar un Tour entre el desierto y las Montañas del Aïr.
La carretera dirección E está en buen estado y los casi 650kms. los recorrimos en 11 horas. Una de ellas, casi lo que tardamos en salir de la capi, pues con treinta minutos de retraso se sumaron otros treinta por la primera parada para el primer rezo de la mañana. Si elegí detenerme en Maradi no ha sido por otra cosa sino para poder sentir ese ambiente que se respira en ciudades donde habitan los musulmanes mas conservadores del Islam, quienes están llamados para la práctica de la Sharía, una ley radical donde muchas mujeres son obligadas por sus familiares o maridos a ir ataviadas con la Hijab -apenas se les ve un poco la cara- y más aún las niñas desde muy corta edad. Y también poder visitar la Casa del Chef de Maradi, un tipo bastante amable que tras pedir audiencia a uno de sus tantos guardias cortesanos personales a la entrada, presentando mi pasaporte, me permitió el acceso, eso sí, rodeado por cinco y uno de ellos armado con un enorme sable y mirada desconfiada. Me mostraron la sala de audiencia y la de visita de los líderes de otras comunidades.
Bajo el dominio francés el número de sultanatos en Niger fue reducido a dos, Agadez y Zinder, mientras otras autoridades tradicionales fueron renombradas como "chefferies" o jefecillos. El de Maradi es un ejemplo de la corte tradicional donde el protocolo se ha mantenido casi intacto al de aquel sultanato. Fuera de su habitación, sentado sobre varia alfombras de colores, se encontraba el gran Sultán, ataviado con su enorme Boubou canelo y blanco, bordado, rodeado de varios consejeros y uno de sus hijos. Tras presentarle pleitesía, arrodillado ante él -nunca se ha de estar de pie ni a más altura suya-, estuvimos charlando sobre mi procedencia, el motivo de mi viaje, cuanto tiempo estaría viajando, porqué elegí Niger, y algunas cosillas más. Cuando les dije que estaba interesado en asistir al festival de Geerewol se alegraron mucho y me desearon suerte en mi viaje. Esta es una ciudad -la tercera más grande- aún mas sucia que Niamey. Las calles (goudrones) de tierra están en muy mal estado y la carretera principal que la atraviesa se concentra todo el comercio principal. La explanada de lo que fue en su momento el Grand Marché -se incendió hace algunos años- es ahora un lugar acumulación de basuras y escombros. El mercado ha sido trasladado a los alrededores de la Autogare y es aún más calamitoso. Coincidí con su día de mercado -lunes y viernes- que también es bastante ajetreado, sucio y poco colorido. Infinidad de puestitos muy malamente exponen de todo lo que se pueda necesitar en una gran ciudad, pero el calor que se pasa es tan agobiante que la visita la he tenido que realizar en poco tiempo. Realmente, como en todos los mercados populares africanos. Me he quedado en un pequeño complejo de tres hoteles, el Larewa (7.500cfa), bastante caótico y poco cuidado, pero es lo que hay ante la falta de hoteles para mochileros. Mi siguiente parada ha sido en Zinder. Me dijeron en dos ocasiones, y diferentes días, que viniera a las 7 de la mañana para coger el minibus que todas las mañanas se dirige hasta allí. A esas tempranas horas no hay guaguas ya que pasan mas tarde de las 14:30 -vienen de Niamey- y el trayecto de tres horas podría incluso ser más. Como no me gusta llegar anocheciendo a ningún lugar elegí viajar en el minibus de la mañana.Para tener más seguridad y elegir un mejor asiento -delante junto al chófer es el más cómodo- me presenté a las 6:30 pero lo que me prometieron no se cumplió pues no salía ningún minibus a esa hora y me señalaron a un Peugeot 504 de nueve pasajeros que estaba aparcado a la entrada. Tras más de 5 horas esperando, ya que apenas éramos cuatro pasajeros al final, a las 12, subimos a un minibus que se dirigía a Tessaoua, una población intermedia. Todos los pasajeros, apelotonados en su interior, se bajarían allí, y a nosotros nos llevarían hasta Zinder, pero no lo podríamos decir si la policía nos preguntaba el destino para que así el chofer evitara pagar la tasa del trayecto, que sería más cara. Aún más tenso se hacía el recorrido, pero como ya todos sabíamos... esto es África!! Zinder fue un antiguo sultanato y ruta principal de paso de las caravanas que venían del desierto con marfil, sal, oro y esclavos, que en muchas ocasiones eran aquí vendidos -una placa así lo atestigua en el mercado del barrio Birni-. He considerado imprescindible visitar este viejo barrio donde destaca el Palacio del Sultan al que intenté acceder pero sólo me permitieron ver varios habitáculos, uno de ellos el patio de las celdas de los prisioneros, subir al tejado para tener una visión algo más alta del barrio y poco más. Su gran puerta de entrada contiene llamativas piezas de metal que cada sultán clavaba durante su reinado. Luego, previo pago de un guía local (5.000cfa/incluido entrada al Palacio), realicé un paseo por los alrededores del antiguo barrio donde muchas viviendas conservan aún sus fachadas adornadas y pintadas. En ellas viven los ministros del Sultán.A un saltito en moto-taxi (kabou-kabou) se encuentra el mercado de los animales (Marché de Betail) donde todos los jueves van cantidad de gente a negociar con cabras, vacas, toros, asnos, caballos y camellos. El ambiente es extraordinario sobre todo ver como realizan las elecciones de los animales y el ritual clásico de las compras, con el consiguiente regateo. El Grand Marché es como todos, bullicioso y caótico el día que le corresponde de mercado, en el que diferentes comunidades (Hausas, Djerma-Songhai, Peul y algunos Tuaregs) ataviadas con sus trajes tradicionales, vienen a comprar o vender, a la vez que mucha gente camina a exagerada velocidad a través de los estrechos pasillos, enjambres de puestos con sus desordenadas mercancias.
Infinidad de olores se mezclan con el calor y la suciedad y el ambiente resulta bastante estrafalario. Bajo precarios toldos se vende de todo: bolas negras de especias, pescado ahumado o secado al sol, cañas de azúcar, cereales, arroz, frutas, gallos y gallinas de Guinea (pintades), tacos de jabón que parece grasa, artículos de ferretería, telas de estampados africanos, ropa occidental de segunda mano -principalmente camisas y vaqueros-, cacharros chinos de plástico, medicamentos -algunos caducados o quemados por el sol-, mochilas chinas... Destaca los trabajos en las enormes calabazas secas de hasta medio metro de diámetro que sirve de depósito o de caldero para la comida, pintados con llamativos colores, y las vasijas de barro (poteries) pintadas con vistosos colores.
Me estoy quedando en el Hotel Malem Kalkadanu (10.000cfa/con baño), una edificación tradicional con un gran patio interior y corredores en la planta alta donde van a dar los diferentes pasillos de las habitaciones. Lástima que los conceptos "limpieza y mantenimiento" no se entienda mucho en África. Siempre se ha dicho que la pobreza no tiene porqué estar reñida con la limpieza. La cocina familiar se encuentra en el patio, frente a mi habitación, al aire libre como en todas las casas tradicionales. El fuego se hace con ramas secas y el continuo olor a madera quemada, el humo que desprende, el griterío de los innumerables niños que tiene esta gente -se dice que Niger es de los países con más alto índice de nacimientos del mundo y cada familia puede tener una media de 8 hijos!!- y el ambiente familiar que rodea el edificio sobre todo a la hora de comer -preferentemente la Pâte de sorgo o millet bastante caldosa, delicia de los más pequeños, o el arroz blanco con algo de salsa-, hace que sea por mi parte una estancia bastante emotiva.
Lástima que el exagerado calor de medio día haga arduo el paso de las horas centrales. Mi habitación tiene ventilador en el techo pero se hace calurosa aún con las ventanas abiertas. Los muros de ladrillos de adobe mantiene el calor de todo el día hasta altas horas de la noche. Mañana, si todo sale bien, será el culmen del viaje: Agadez. Desde allí planearé, dependiendo que pueda encontrar más turistas, alguna ruta por el desierto. Y si los precios no son exageradamente altos para mi presupuesto, claro!. Lamentablemente suelen serlos, pues el combustible es caro y el alquiler de los vehículos 4x4 aún más. De momento apenas he visto algún extranjero por ahí, pero he de dirigirme a Agadez para probar suerte e intentar coincidir con más gente para compartir los gastos. La tensión vivida hace algunos años entre los Tuareg y el gobierno enfrentados por las expropiaciones forzosas debido a la aparición de Uranio en el desierto cerca de Arlit ha desencadenado en situaciones muy peligrosas. Hasta hace varios meses viajar a esta zona estaba prohibida a los extranjeros debido a los secuestros y robos en algunas carreteras. De momento parece que la cosa se ha normalizado pero no ha concluido, por lo que en cualquier momento pueden volver a enfrentarse. Los peores parados es la propia población nigerina que vive del turismo y que principalmente llega hasta Agadez en busca de aventuras entre los desiertos del Sáhara y Teneré. Y es una lástima porque éste es un pueblo bastante luchador a pesar de las condiciones tan extrema en la que vive. Pero eso a los Tuaregs no les importa ya que priorizan el recuperar sus terrenos robados y sobre todo que se repartan equitativamente las riquezas obtenida de tan preciado mineral en un país donde la pobreza es exageradamente alta. Pero como hay muchos intereses europeos por medio esto será una larga lucha sin solución momentánea.
Nuevamente he de mencionar que la prosperidad en la que vivimos los europeos en parte se la debemos a todas las riquezas que le estamos expoliando a los africanos en connivencia con los gobiernos corruptos africanos. Ayer me enteré que la Cure Salée empezaba hoy. Aunque nadie sabe realmente la fecha hasta que a última hora no lo digan las autoridades. Parece ser que durará cinco días y tras ella vendrá el que le sigue, el Festival de Geerewol. Esta mañana, sin pérdida de tiempo he ido a comprar el billete de bus de la compañía Sonef T.V. (7.500cfa) para salir nuevamente a las 5 de la mañana en un trayecto, espero, no dure más de 8 horas. A partir de aquí cualquier cosa puede pasar y espero que no me coja en medio... El desierto estará casi "bajo mis pies"...
INSHA'ALLAH!!