Para todos los musulmanes el Viernes es un día especial. Es el día Santo. El rezo se hace de forma colectiva y obligatoria. El Profeta enseñó a venerar este día, a respetarlo y a escogerlo para los actos especiales de adoración que pertenecen exclusivamente a este día.
Y como todos los Viernes en Agadez la Gran Mezquita estaba a rebosar. En el exterior innumerables filas de fieles ataviados con sus bouboús y turbantes de diferentes colores daba luminosidad a la calle y desde la azotea del hotel de l'Air las vistas son inmejorables.
Esta mezquita, de estilo saheliano, fue construida en 1.515 con ladrillos de barro y hierba (banco o tubali) por orden del emperador songhai Muhammad Askia, después de haber conquistado Agadez, y remodelada en 1.844 manteniendo la misma forma.
La construcción se realiza con bolas húmedas de tierra del tamaño de un balón colocadas sobre una capa de mortero hecho con tierra y el espesor del muro vino definido por tres o cincos bolas ubicadas sobre una cimentación en la que se ha colocado escombros de piedras como base y como protección.
Tiene un minarete de 27mt. de altura -el más alto de ladrillos de barro en toda África-, que domina toda la ciudad, al que se puede acceder gratis solamente los viernes. Los cuatro lados del minarete presentan siete huecos irregulares que iluminan su escalera interior. Pudo ser una torre de vigilancia además de un elemento religioso. Está atravesada por estacas de maderas como si de un puercoespín se tratara. Esto facilitaría la construcción que, en su momento, le daría más firmeza y mas tarde serviría para poder trepar para repararla, evitando así que la climatología la deteriorase con el paso del tiempo. La estructura tiene una cierta influencia de la arquitectura griega. El punto medio del minarete es algo más ovalado que el resto, que es una característica de las columnas griegas. Ahora se ha transformado un poco asimétrico debido a la influencia de los vientos y las lluvias. Pasando una pequeña puerta que se encuentra entre los espacios de oración se accede hasta lo alto del minarete. Mientras se va subiendo hay que ir esquivando los cientos de pequeños murciélagos que allí habitan y que revolotean alocadamente huyendo del lugar al pasar junto a ellos. Goza de unas vistas espectaculares sobre la ciudad y el desierto circundante. La sala interior tiene unas dimensiones de 18 x 22 metros aproximadamente con una altura de poco más de 2 metros y fraccionada en seis espacios paralelos al hueco al que todos dirigen el sentido del rezo (quibla), siempre orientado hacia La Meca, donde se encuentra también el mihrab que es un nicho sin decoración, y separados por muros perforados por unas aberturas bastante bajas y estrechas que obligan a agacharse para el paso de un espacio a otro. Hay también un pequeño lugar reservado al Sultán que se encuentra próxima a la quibla. En 1.977 se han realizado unas salas modernas que presentan una regularidad ajena al resto del conjunto. Ha sido centro de estudios islámicos y todavía continúa con esa tradición.
Todos los viernes a las 13h. es el momento mas palpitante del día, cuando la mayoría de los habitantes, hombres todos, se acercan a la mezquita lentamente desde distintas partes de la ciudad, a través de todas las calles adyacentes, vistiendo mayoritariamente un bouboú o chilaba blanca, que consta de dos piezas, que simboliza una actitud de purificación que suprime toda diferencia de raza y condición social, con sus esterillas y alfombras personales a rezar dentro o fuera de la misma. Desde el altavoz, enganchado en la parte baja del minarete, suenan los cánticos de llamada a la oración por parte del Imán: : “Allaaaaaahuk Akbar!!...” = “Alá es Grande!!. Doy fe de que no hay más Dios que Alá. Doy fe de que Mahoma es el profeta de Alá. Venid a la Oración. Venid a la Salvación. La Oración es mejor que el sueño. Alá es grande. No hay más Dios que Alá”.
Comienzan las abluciones que preceden a la oración con los característicos calderos de plástico que parecen teteras -manos, cara, boca, pelo y pies-. Luego se van colocando en filas y bajo las frases del Imán recitando versos del Corán, realizan sobre sus respectivas esterillas las inclinaciones rituales. Se colocan de rodillas con la frente apoyada en el suelo en señal de sumisión a Dios y vuelen a ponerse en pie con las manos juntas haciendo el gesto de poseer el libro sagrado. Este protocolo llega a repetirse hasta cuatro veces. La acción tan sólo dura 15min. pero la estampa es extremadamente llamativa. Hay que estar, sin duda, en el momento oportuno para no perderse el instante.
La oración (Salát) la pueden realizar en cualquier parte, solos o acompañados, pero la oración comunitaria tiene más valor que la que se hace en solitario. Así pues, la unicidad de Dios se expresa ritualmente en la oración comunitaria, que todos los musulmanes deben observar, rezando en la misma dirección: hacia la Meca, donde se encuentra la Kaaba, la primera casa de Dios.
Las mujeres en cambio tienen su huequito en muy pocas mezquitas, así que la gran mayoría rezan en sus casas. A las que pueden acceder, tendrían que situarse separadas de los hombres y fuera de las miradas masculinas. Nunca delante de ellos porque dicen éstos que se distraerían observando los culos de las féminas y no podrían concentrarse para orar. Las mezquitas, al igual que las primeras iglesias cristianas que no tenían espacio para ellas, junto a los hombres, se caracterizan por su amplia asistencia masculina.
Los demás días de la semana no es obligado rezar en una mezquita y ante la aplicación de un estado de necesidad cualquier lugar aseado, ya sea en el trabajo, en la calle o en casa, es aceptable para comunicarse con Alá.
Quien no pueda por cualquier causa hacer la oración a sus horas según el ritual preceptivo, no estará obligado a ello. La suplirá después en su casa. Al no existir el sacerdocio en el Islam, las Salát pueden ser dirigidas por cualquier persona, elegida por la comunidad y que sepa leer árabe, ya que no cabe el rezo en otra lengua.
Todos los días realizan los cinco rezos en las horas que corresponde: 4:30 de la mañana, las 13:45, las 16:00, las 18:15 y las 20:00.
Estas oraciones marcan el ritmo del día, elevando el pensamiento a Dios.
Allah ya kiyayi
(que Alá te proteja)