Como es costumbre por estas fechas, comienza mi viaje por algún lugar de esos perdidos por ahí. Y esta vez he decidido que fuera algo más cerca de casa, en la otra orilla del Atlántico. Exáctamente el Oeste de Africa.
Éste es un viaje que, aunque no tocaba esta vez, tenía pensado realizar hace ya algunos años, y nuevamente contratiempos surgidos hace un par de meses (aún sigue en pié y que con algo más de suerte realizaré el próximo año... las Papúas), ha hecho que me decidiera por Togo, Benin, Burkina Faso, y Ghana (a última hora). Aunque en un principio iba a ser Togo, Benin y Costa de Marfil.
Tras un "largo" viaje, pues para conseguir un billete algo más barato de lo que se vende en las agencias, he tenido que volar hasta Madrid y luego a Casablanca para poder llegar a Accra, la capital de Ghana, que es donde en estos momentos me encuentro, pagando 880€, i/v. (y regresando por Burkina) que me parece una auténtica burrada para lo cerca que estoy de mis "Afortunadas".
La llegada al Aeropuerto Internacional Kotoka de Accra fue a las 6 de la mañana (había salido de casa a primera hora de la mañana, no había dormido la noche anterior ni durante el tiempo que duró el viaje). Tras pasar el control de pasaporte y sacar algo de dinero del cajero del Barklays que está junto a recogida de equipajes, decidí relajarme y tomarme un café en el hall mientras maquinaba cómo podría llegar hasta mi hotel de la manera más económica.
Salí al exterior para analizar el entorno, y al momento se me acercaron varios "busca-vidas" ofreciéndome..."taxi?". Como tienen comisión y, a parte, el precio del recorrido es casi tres veces superior, para que no me molestaran más les dije que no, que era un pasajero que estaba haciendo tiempo para tomar un vuelo más tarde, y así fui observando durante un rato cómo actúan los locales y que tipo de taxis usan para bajar a la ciudad, pero parecía ser que a casi todos los pasajeros los habían venido a recoger sus familiares...! Justo, en frente, hay una explanada de aparcamientos de pago con vehículos y muchos taxis parados.
Bien, conclusión: se puede tomar los taxis del parking del aeropuerto (3 veces más caros) o cruzar la calle, caminar unos metros hacia el exterior del mismo y parar cualquiera que pase por ahí o regrese de dejar algún pasajero, y tras discutir el precio (yo apoquiné 10cedis) pagar mucho menos de lo que piden estos espabilados para llegar al centro. En mi caso a la zona de Hansonic, donde me quedo en el hotel del mismo nombre, ya que tuve que reservar par de noches (25$), pues es uno de los varios requisitos obligatorios que exige la embajada de Ghana en Madrid al solicitar el visado (60€). Ni siquiera el taxista conocía la zona ni el hotel, aún estando situado en uno de los lugares más transitados de la capital. Al final, tras haber realizado varias paradas preguntando a los paisanos conseguimos encontrarlo. Que turbación!!
Nada mas llegar necesitaba descansar pero no había ninguna habitación disponible hasta las 12, por lo que tuve que hacer par de horas entre desayunar (incluido en el precio de la habitación) y teclear en uno de los dos lentiiiiiiiiiiiiiisimos ordenadores que hay en el pequeño hall de la entrada.
La habitación tiene ducha, es amplia y limpia. Nada que ver con la fachada del edificio y el polvoriento entorno, pero es uno de los más baratos y está bien situado para los desplazamientos por la ciudad. Tiene televisión, y cuando lo encendí emitían en uno de los tantos canales, "gran hermano" africano, que se caracteriza por lentas escenas, aburridos diálogos (inglés), música africana moderna de fondo y no hacían mas que menearse rítmicamente durante todo el tiempo. Me ayudó a coger rápidamente el sueño.
La tarde la dediqué a conocer los alrededores y el ambiente de esta enorme y caótica ciudad, y que mejor que el bullicioso mercado Kaneshi, a varios minutos en tro-tró, que es un peculiar modo de transporte: furgón-taxi-compartido de 9 plazas y que algunos circulan con hasta 14 pasajeros. O veinte minutos caminando y descubriendo el entorno, pero hacía demasiado calor. Es en estos lugares donde siempre me gusta calibrar los países, haciendo una primera toma de contacto, anticipándome a lo que me podré encontrar, como norma general, en cualquier lugar que visito por primera vez.
El mercado es colérico, apasionante, donde la "mogolla" de gente camina endiabladamente rápido tropezándose constantemente en busca de su camino. Cientos de embutidos puestos de ventas, tanto callejeros como en el interior del edificio, exponen sus incontables productos. Los olores no son muy fuertes a lo que estoy acostumbrado a sentir por otros lugares, pero el calor es sofocante. En pocos minutos mi camisa está chorreando. La gente no huele a sobacada. Al contario de lo que se podría pensar en un principio. Será la comida que comen y lo que beben?
Justo al lado se encuentra una estación de trotrós, taxis y viejos minibuses, que bien podría ser confundida por un gran mercadillo, situado en una gran explanada central de tierra rodeado de cantidad de puestitos de ventas y muchísimos vendedores ambulantes cargando en sus manos o sobre sus cabezas enormes cuencos llenos de todo tipo de mercancía: tapers de comida hecha, bebidas (incluido los saquitos de agua mineral de 500ml bastante fríos), galletas, radios, muñecos...
Akwaaba, es el saludo que todos me dicen cuando me ven. Es la cortesía que se tiene siempre ante un encuentro. Se nota que la gente es muy amable, tranquila y pacífica.
Accra es absolutamente palpitante como Delhi, Kolkata, o Dhaka, por poner un ejemplo de donde he estado últimamente, pero con diferencia, aquí las caras son más serias y a la vez son amables y educados. Lo que me ha alegrado enormemente es que nadie me sigue y persigue con las miradas. Esas miradas intimidantes y cansinas como las que recibía en Bangladesh el pasado viaje. Aquí soy feliz, a mi aire. Aunque no paso desapercibido, éste es un lugar al que los turistas no suelen acudir.
Ya de vuelta, en el exterior del bar del hotel donde hay varias mesas con sillas en la calle... caen unas cervecitas Flag para concluir el día. Por supuesto.