El siguiente paso ha sido subir hasta la histórica ciudad de Kumasi, la segunda más poblada, capital de la region Ashanti y durante tres siglos la capital real del estado ashanti. Fundada a finales del siglo XVII por Nana Osei Tutu, el primer asanthene (rey asante), y que durante el siglo XVIII floreció al ser el principal punto de paso de la mayor ruta de las caravanas saharianas de oro -mercadeando incluso con algunos comerciantes portugueses en Elmina durante el s.XV- y del comercio de esclavos del s.XVII que abastecía los puestos comerciales europeos instalados en la costa. .
Estaban situado junto al lago Bosutwe y organizados en decenas de pequeños estados con distritos interiores -donde los comerciantes europeos aún no se habían aventurado-, compitiendo entre ellos por el control de las minas de oro y el tráfico de esclavos.
Con el tiempo, fue también epicentro de hostilidades contra los colonos británicos, quienes al final se apoderaron de toda esta zona tras varias guerras sucesivas, arrasando completamente la ciudad en 1873, y ocupándola definitivamente en 1896. Nada se conserva de esa época.
Kumasi era una ciudad de edificaciones tradicionales construidas con paredes de adobe pintadas a dos colores: ocre en un ancho friso y blanco en la parte superior, con techo de rafia de palma.
Sus huellas arquitectónicas colonial queda reducida a un fuerte, que es el edificio más antiguo de la ciudad, a la vieja estación de trenes, ahora en desuso que sirve para un pequeño y sucio mercado, algunos vetustos edificios que contrasta con las nuevas edificaciones comerciales y su extremadamente activo centro de comercio de toda esta zona, y corazón de la ciudad: el Mercado Kejetia (o Central Market), con más de 12ha, el mayor mercado al aire libre que he visto en mi vida.
Sus puestos son pequeñas casitas de maderas con techos de láminas onduladas metálicas ordenadas por profesiones y con todo tipo de artículos que se pueda intentar vender: carnes, pescado ahumado o fresco, verduras, especias, bebidas, comida preparada allí mismo, bolsos, zapatos, cuero, ropa de todo tipo, tejidos tradicionales (kente y Adinkra), collares, cd's y cintas, radios, sastres, hechiceros..., distribuidos entre una infinidad de desordenados pasillos donde cantidad de pequeños puestos apretados entre sí acogen a una multitud desenfrenada de gente haciendo sus necesarias compras. Entre todos destaca el de los fetiches, siguiendo la antigua vía de tren direccion E, donde cabezas de primates, ranas, cuernos de diferentes rumiantes, pieles de cocodrilos, de serpientes, de cebras, de cervatillos, caparazones de tortugas... todas disecadas que sirven para cualquier rito, culto o medicina animista, pues mucha de esta gente es muy supersticiosa -sobre todo con las cámaras fotográficas-.
Un poco mas allá se encuentra el Centro Cultural Nacional, el lugar perfecto para relajarse de tanto alboroto callejero, en un parque grande con altos árboles y buenas sombras, algo que falta en muchos lugares de este país. En su interior destaca el Museo Prempeh II Jubilee, una edificación que reproduce la casa tradicional ashante, museo de la historia y realeza Ashanti, en la que destacan algunos artículos reales hechos a mano en oro, y recuerdos de las guerras acontecidas durante el Reino Ashanti, entre ellos el Sika 'dwa o "Taburete de Oro" (el asiento del rey, que representa a la monarquía), el "Pan de bronce de la Independencia", que causó la guerra de 1697-1699 entre los ashantis y sus señores Denkyira, la vestimenta real, joyería, mobiliario de la época utilizados por Osei Tutu , rey de los ashantis, y una destacada colección de fotografías históricas.
También hay un modelo de poblado ashante, granjas de Cacao, fábrica de ron de palma, un Centro de Trabajo Artesanal de madera y pinturas, alfarería, fábrica de tejido de Kente y Adinkra, y una pequeña biblioteca y librería. A veces suele realizarse algunas que otras actuaciones de música o baile tradicional.
Otra visita que no quise dejar pasar fue el Fuerte Kumasi, construido por los ashantis en 1896 tras el incendio de 1873 realizado por los colonos británicos, y centro de uno de los episodios más trascendentales de la llamada guerra de Yaa Asantewaa, en 1900 -cuando los asantes sitiaron la fortaleza con un regimiento británico en el interior durante varias semanas-, donde se exhiben los diferentes armamentos utilizados en las campañas de guerra en África Occidental, en la 2ª guerra mundial en el Este de Africa y Asia, o en la guerra anglo-ashanti.
Igualmente visité, el Palacio Museo Manhya, construido por los británicos. Detrás se encuentra el Palacio de Otumfuo Nana Osei Tutu II, actual asantehene descendiente directo de Osei Tutu, fundador del Imperio ashanti, lugar donde recibe el homenaje de sus súbditos durante el Adae -una ceremonia tradicional que efectúan cada seis domingos- y es la "gran ocasión" donde todos se emperifollan con sus mejores galas.
Pero lo que más interés me causaba de esta zona era llegar al sagrado Lago Bosuntwe, a 35km de la ciudad, el lago natural mas largo de Ghana, que es un cráter de 8km de diámetro y 86m de profundidad, producido supuestamente por un meteorito que impactó hace millones de años. Los montes, de frondoso verdor de hasta 400m sobre el nivel del mar, que lo rodean lo han ido rellenando de agua hasta su actual situación. Las canoas tradicionales planas de madera (padua) surcan de poblado en poblado, o simplemente utilizadas para hacer la pesca cerca de su orilla, deben ser impulsadas con trozos de madera, objetos planos u otros elementos de no perturben la tranquilidad de sus aguas pues los espíritus se enfadarían. Incluso reman con las manos. Que contradicción, parece que los fines de semanas motos de agua de algunos hijos de políticos y comerciantes poderosos navegan sin pudor alguno.
Hay una piedra sagrada en el poblado Abrodwun, muy cerca de allí, que se puede visitar, caminando a través del poblado Adwafo, y se llega en unos 30min.
La Piedra Abrodwum es el centro espiritual del lago sagrado y el rey ashantehene (Osei Tutu II) a veces viene para realizar algunos sacrificios ceremoniales de animales, como alguna vaca cuando, por ejemplo, se intuye un presagio al suceder una mala pesca, pues se cree que algún mal se ha hecho. O porque el sacerdote espiritual se lo ha aconsejado por cualquier otra causa.
Como en todos los poblados de los alrededores también hay varadas las tradicionales canoas planas de madera, redes de pesca, peces secándose al sol...
Cuando el jefe del poblado, que es bastante mayor, aparece, y si alguien está dispuesto a pagar una botella de Schnapp o Sodabi (bebida alcohólica sacada de la palma), éste comenzará un ritual de ofrenda (parte importante en las ceremonias ashantis). La visita a su "palacio", es el preludio.
Se trata de una edificación de ladrillo de adobe (mezcla de tierra y paja) con 5 o 6 habitaciones, todas sin puertas y sólo collares en la entrada. Cada habitación, que son muy pequeñas, tienen sólo tres muros, así que todas están abiertas al patio central.
Una vez todos juntos agradecen la presencia y preguntan el motivo de la visita. El jefe no habla inglés por lo que una persona hace de intermediario, normalmente su hijo. Tras pagar los 7cd para comprar la botella, u ofrecer una, se procede al acto: el jefe da una pequeña charla, luego desparrama un poco por el suelo en recuerdo de sus ancestros, continúa bebiendo un trago y lo escupe... por sus ancestros nuevamente. Cada visitante ha de hacer lo mismo. Tras beber la botella agradece la vista y suele pedir una nueva propina, que normalmente es exagerada (50cd, por ejemplo!), para ver la famosa piedra, pero discutiendo el precio se puede llegar a un "acuerdo". Tras descubrir la piedra sagrada en el exterior, empleando frases espirituales, escupiendo más Schnapps mientras el resto de la gente cantan y bailan, dejarán tocarla como punto final de la ceremonia.
Otros lugares importantes al que pude acceder trasladándome en minibus y taxis compartidos fueron los santuarios ashantis de Besease, Atia Kusia Kwame (en Edwenase) y Aduko Jachie que son vetustas casas ceremoniales al que dediqué varios días para visitarlos con tranquilidad, ya que aunque las distancias no son exageradas, tan solo el transporte, con el calor que está haciendo, se hace más pesado.
Para llegar hasta el templo de Besease me dirigí primeramente al poblado Ejisu. Esta edificación tradicional (Obosonfie), morada espiritual de un Obosom (nombre que se le dá a una de las deidades inferiores que median entre el sacerdote y el dios supremo Nyame), considerada una de las más importantes de la región, fue restaurada en 1998 y aún conserva su encanto del pasado. Cuentan que al final del s.XIX Yaa Asantewaa, reina madre de Ejisu, consultó allí a los espíritus antes de liderar el ataque contra los colonialistas británicos.
Aún está activa en uso: un sacerdote que fue llamado por el espíritu hace más de 30 años, vive junto a la puerta de al lado, lo cuida y es quien recibe las visitas. En mi caso, un muchacho con minusvalía me localizó nada mas bajarme del taxi y me condujo por el poblado hasta el templo (allí pidió una propina), una construcción rectangular de cuatro habitaciones con un patio central. El derecho de visita es 3cd. Una vez allí un niño que habla buen inglés, y ante el sacerdote, fue el guía en el interior (a la salida me pidió más dinero), explicándome cada parte del mismo y los artefactos que tienen expuestos como tambores sagrados de danza en la sala de música, en frente la sala de los cantantes, otra es la cocina donde realizarían las comidas ceremoniales para que participen los dioses, y la sala de fetiches o santuario que está cerrada y sólo accede el sacerdote y su acompañante (Nsumankwaafo). Una importante característica en el patio es el Nyame Dua o altar del dios del cielo, situado a la derecha de la entrada del santuario y es donde se realizan los sacrificios.
De vez en cuando los vecinos acuden a este sacerdote pidiendo consejo y ayuda sobre algún problema en concreto y éste realiza la ceremonia que cree conveniente utilizando animales vivos como gallinas, cabras o alguno más grande si el problema es muy grave.
Además de esta arquitectura tradicional, lo más interesante es la decoración de sus muros, que está realizada en alto relieve.
Uno de los mejores elaborados es el templo Atia Kusia Kwame, a pocos kilómetros de Ejisu, donde hay que cambiar de vehículo para tomar una carretera secundaria hasta Omwe y desde allí otro camino hacia la aldea de Edwenase, donde se encuentra este santuario, en la que aparece varias figuras, entre ellas un gran cocodrilo sobre dos figuras humanas en el muro junto a la entrada. Lástima que esa mañana que la visité el sacerdote se encontraba fuera del mismo y aunque los chiquillos del pueblo se movilizaron en su búsqueda no dieron con él.
De cualquier manera, pasé un buen rato con algunos de los vecinos que allí tenían su puesto de pescado ahumado, lleno de moscas a más no poder.
De vuelta hacia el cruce de Ejisu el siguiente templo sería el de Aduko Jachie, saliendo de la carretera principal que vuelve a Kumasi, con dirección a Tikrem y aunque parece que en el pueblo pocos lo conocen, o que yo no lo pronunciaba bien, hay que ser guiado por alguien porque es complicado encontrarlo entre tantas casas de adobe. Está situado al lado de la gran casa del jefe del pueblo. Una mujer cuida de él y mediante una "donación" ésta accede a abrir las puertas a los pocos turistas que hasta aquí llegan para observar el interior de este clásico Obosonfie en mal estado de conservación.
En Kumasi coincidí con varios funerales, que se desarrollan siempre los fines de semanas donde todos lucen sus trajes tradicionales blanco y negro o negro total. En estos casos los fallecidos eran personas mayores. Su hijo primogénito será obsequiado con regalos o dinero y durante la celebración musical lo cubren de billetes que dona el resto de su familia, bailando al ritmo de tambores y cánticos.