Burkina Faso (antiguo Alto Volta), o país de los habitantes honestos (denominación mezcla entre mossi y diola) tiene un tamaño superior a la mitad de España, donde conviven unas 60 etnias, afortunadamente en total armonía.
Los mossi, una sociedad bastante jerarquizada, con un rey o emperador (Mogho Naaba) al que todos rinden pleitesía cada viernes en un acto tradicional, en Ouagadougou donde tiene su residencia, que estaría en la parte alta de la pirámide, mientras que el padre de familia estaría en el siguiente escalón con poderes, son la gran mayoría y ocupan la parte central.
Los Tuaregs, Songhay y Fulanis ocupan la zona norte, aunque por la gran autonomía de estos últimos es fácil encontrarlos en cualquier parte del territorio. Los Peúles, (división de los Fulanis) al noreste, los Lobis al sur, manteniendo aún en muchos lugares sus tradiciones inalteradas), y los Bobos y Diolas al suroeste.
La delicada situación económica del país de estos años atrás ha desembocado en frecuentes golpes de estado debido a los incesantes conflictos políticos de poder, también por sus precarias condiciones climatológicas (escasas precipitaciones, suelos muy pobres o desertización), baja tasa de escolarización y una triste historia dominada por la explotación colonial.
Burkina Faso es en realidad un país con problemas económicos como la mayoría de los países de África, aunque estos últimos años, gracias al continuo crecimiento económico e inversión en educación y sanidad, se vive en una ligera tranquilidad. A pesar de esta pobreza económica, sus paisanos gozan de una enorme reputación debido a sus grandes virtudes: la hospitalidad, la solidaridad, los valores humanos y el significado de la integridad de sus pueblos. Es un país en el que aflora muy fácilmente la sonrisa y donde la gente está dispuesta a compartir lo poco que tienen. En Burkina Faso hay la calidez y hospitalidad, y su riqueza no se mide en términos del producto nacional bruto por su depósito de oro, o por el petróleo, o los diamantes, sino en términos de valores humanos intangibles que ni siquiera los grandes economistas del mundo sabrían calcular. Dentro de poco será las próximas elecciones y el actual jefe del poder, Blaise Campoare, se perfila nuevamente ganador, en una democracia que solo admite dos mandatos consecutivos
Pasear por las calles de cualquier ciudad o gran pueblo es toparse con algunos "charlatanes", unos individuos ávidos de negocio, que incluso llegan a subirse a las guaguas para vender sus productos. A menudo se puede ver una aglomeración de personas y en el centro o a un lado, uno o dos individuos comentando los extraordinarios poderes de sus pócimas o líquidos embotellados en refrescos de 50cc, pequeños botes médicos de cristal al que le inyectan sus ungüentos "para llevar", los polvos mágicos sacados de no se que animal, o incluso el poder que tiene cierta marca de dentrífico que por su ultra frescor llega a quitar el dolor de cabeza!!.
En todos los países africanos que he visitado me he topado con estas gentes que incluso en coches donde instalan altavoces o cintas pregrabadas que constantemente repite la "nota informativa", y mucha otra gente interesada en adquirirla. Destaca entre otras el de la impotencia sexual. Desde siempre, en estas sociedades los hombres se atreven a experimentar con lo que sea para tratar su debilidad en la cama, y nunca se echarán la culpa, sino a sus mujeres el no poder concebir. Aún se sigue perpetrando la circuncisión femenina (mutilación genital), aunque la gente está mucho más concienciada de ello. Líderes religiosos cristianos y sobre todo musulmanes ya han comenzado a aconsejar a sus seguidores la necesidad de acabar con la práctica del corte de clítoris aunque los más tradicionales siguen pensando que tiene mucho "beneficios" a la hora de parir. La mutilación genital femenina se realiza por motivos culturales y religiosos, y las mujeres de casi toda África se ven afectadas por estas prácticas que es ampliamente reconocido por todo el mundo desarrollado como una violación de sus derechos humanos.
En Ouagadougou durante la celebración del Festival Internacional de Cine un escenario era tomado diariamente por una marca de preservativos que informaba a los jóvenes acerca de su utilización. Para muchos era la primera vez que veían los condones y para la gran mayoría, incluida las mujeres, lo era el preservativo femenino. Muchas jóvenes se avergonzaban cuando una de las monitoras mostraba su colocación, muy bien explicado para su entendimiento, en una funda de gafas.
Las escarificaciones en la cara siguen siendo habitual en muchos pueblos burkinabeses, como en otros países colindantes. No sólo señala su ubicación en el país sino que también es una forma de controlar a la gente por parte de los jefes del poblado. Muchos apoyan esta práctica diciendo que es beneficiosa a la hora de ser ayudado por otro individuo cuando anda perdido en una zona que no es la suya (...!!). He visto auténticas salvajadas, que van desde pequeños cortes cicatrizados en pómulos hasta toda la cabeza entera. Incluso la espalda a modo papúo, imitando el cuerpo del cocodrilo sagrado.
Por otro lado, yo no se de dónde han sacado esa leyenda donde los turistas son los "Reyes Magos de los africanos" que van repartiendo cadeau, cadeau!! (regalo) sin control a "to'quisqui". Lo cierto es que en cada esquina casi se puede uno topar con pequeños o mayores que se paran a pedir su regalito "por la cara". Aunque las mayores optan más por pedir "algo" de dinero para darle de comer a una "jartá" de niños que van con ella. Ellos a que le invite a una cerveza.
Y en los poblados es casi común que los pequeños corran al arcén de la pista demandando lo que le corresponde. Al principio me extrañó mucho pues no lo había visto con tanta insistencia en los otros tres países. En Ghana, es que ni se ve eso. Quizás a su gente se le caería la cara de vergüenza y por eso no piden. Pero con el paso de los días me ha resultado hasta agobiante. En muchos casos mi respuesta para los niños ha sido, con un poco de guasa: primero ve al colegio, cuando acabes comienzas a trabajar y luego tendrás el dinero. Las risas de muchos han sido descocada.
Preguntando el porqué de esa costumbre me han contado que desde siempre al fallecer el padre de familia, la primogénita se rapa la cabeza y junto con la familia lloran la pérdida. Los familiares y vecinos se van acercando y le van ofreciendo un "cadeau", que también puede ser dinero. O cuando se llega de visita a una casa familiar se debe traer un regalo para los niños como agradecimiento a la recepción. Otros cuentan que los extranjeros llegan al país para hacer inversiones, construir carreteras, pozos, donación de ropa nueva o usada -en Ghana le llaman "ropa de los muertos" porque no conciben que alguien se desprenda de sus prendas con esa facilidad, a no ser que sea de alguna persona que ha fallecido-, propinas por dejarse fotografiar -y esto puedo aseverar que está haciendo mucho daño al resto de turistas que les gusta la fotografía ya que en muchos casos se forma alboroto alrededor de alguien que intenta tomar una instantánea de lo que sea: paisajes, viviendas, calles o lo que siempre he evitado hacer: tomar primeros planos de ellos, a no ser que me lo autoricen-, o simplemente las "jodidas" chucherías que se ofrece a los más pequeños y que al final lo que se consigue es crear niños pedigüeños.
Hay más de 12.000kms. de carreteras de los cuales 2.000kms. están pavimentadas o mal pavimentadas (hoyos, agujeros, tierra, piedras) debido a la poca inversión que dedica el gobierno. Apenas hay marcas en el pavimento para separar el tráfico que se mueve en direcciones opuestas. Tan sólo diez de las principales carreteras de la red están parcialmente pavimentadas, y las secundarias están plagadas de baches peligrosos, faltan señales, barreras o vallas cerca de los puntos más peligrosos. Otro gran problema es el polvo que levantan de las carreteras sin asfaltar los vehículos y que al introducirse por las ventanas puede dar a los pelos de los pasajeros un desagradable aspecto, al igual que la piel, la ropa y las mochilas. Teniendo en cuenta que cualquiera se podría cruzar con más animales que coches en las carreteras, el tráfico es realmente mínimo.
El país tiene forma casi triangular y las carreteras van de norte a sur o de este a oeste, llegando a prácticamente todos los pueblos y ciudades. La carretera del norte (desde Dori hasta Oursi o Markoye) es totalmente de tierra, muy polvorienta en todo su trazado. Desde Dori hasta Bobo-Diulasso está asfaltada, aunque en algunos puntos se encuentran baches que hace la conducción algo lenta. Y desde el este, Fada-Ngouma hasta el oeste Ouahigouya, casi frontera con Mali, igualmente asfaltada.
La forma más económica de transporte son las guaguas, los minibuses y los taxis compartidos. Algunas compañías disponen de buenas guaguas para trayectos largos, dejando las que se encuentran en estado precario para los trayectos más cortos o por carreteras en mal estado.
Los policías de carretera o las autoridades fronterizas no molestan a los pasajeros de los autobuses, pues son sus conductores quienes pagan, pero son más cabrones con los de los coches, situación que aprovechan para inventarse algún impuesto por el uso de la carretera o para buscar algún problema en la documentación.
25 feb 2011
24 feb 2011
...que te quiero verde!
Bajar desde Gorom-Gorom hasta Doris, en un trayecto de hora y media es para no recordarlo mas. La cantidad de polvo de la pista de tierra que se nos metía por las ventanas fue peor que la vez anterior. Salimos todos empolvados, de pies a cabeza. Y desde allí el minibus continuó a través de una buena carretera asfaltada, pasando nuevamente por Bani y sus mezquitas sobre la colina, a Ouagadougou, pero yo bajé en Kaya, una pequeña localidad a 98km de la capital.
En Kaya, he aprovechado para hacer un descanso de varios días mientras he mandado hacer unos trabajos en cuero de camello, ya que ésta ciudad se caracteriza por tener muy buenos costureros de ese material. He tenido también que organizarme calculando bien los días que me quedan para seguir otra ruta por el sur. Que lástima no tener diez días más para poder visitar lo más interesante que me queda del país.
En un principio quería bajar al sur, hasta Po y Tiebele, ver las construcciones Kassenas (uno de los grupos que comprende los Gourounsi), de formas circulares, cuadradas o en ocho, dependiendo del estatus de sus moradores, como las del norte de Ghana que ya visité hace unos meses y que también están pintadas con hermosos trazos geométricos -dibujado generalmente por mujeres- utilizando plumas de pintades con colores naturales; cruzar la Reserva de Mazinga, en Po, sin detenerme en él debido a la poca fauna que queda (unos pocos elefantes, antilopes, warthog, baboones y algunas aves) pues no merece la pena gastar tiempo allí innecesariamente; atravesar la meseta Mossi donde se encuentran las viviendas familiares Zakas y llegar hasta Gaoua, cuna de los Lobis, de los fetiches, de los ritos sagrados y de las viviendas fortificadas (Sukalas) como las Tanekas; seguir hasta Banfora, conocer un poco la historia de los Senufos y su forma de vida; subir a Bobo Diulaso para ver la enorme antigua mezquita de piedra, adobe y ramas, y terminar en Ouagadougou, la capital cultural que este año coincide con la celebración del Festival de Cine Africano (Fespaco) que se realiza cada dos .
Pero he tenido que recortar la primera parte, porque no me daría tiempo viajando de ésta manera, e ir directamente a Banfora, un pueblo que en sí no tiene nada especial pero sus alrededores son de los más bellos del país, perfecto para pasear en moto o bicicleta, aunque yo he optado por alquilar una moto con guía por ser una manera rápida y segura de conocer sus lugares más interesantes. La carretera que llega hasta el suroeste va atravesando diferentes zonas que poco a poco denota el cambio paisajístico y la temperatura. Van apareciendo nuevamente los enormes baobads, diferentes arboledas de hermosos verdes, palmerales, y pequeñas aldeas bambaras.
Una vez allí, tras casi 12 horas de guagua desde Kaya y cambiando en Ouaga y luego en Bobo, lo primero que he hecho es buscar un guía con moto y preparar un par de rutas diferentes en dos días que me ha llevado primeramente a Niansongoni, en el país Senufo, a 75kms y casi frontera con Mali y Costa de Marfil -precisamente estos dos países están pasando ahora cierta violencia por parte de la población- por unas pistas de tierra en buen estado atravesando poblados tradicionales organizados de forma circular, techos de palos de madera y rafia, y bosques semi-tropicales, para visitar su poblado abandonado, colgado sobre riscos, de cuevas naturales y que servía de refugio a los poblados colindantes en tiempo de guerras tribales.
Aún quedan como recuerdo los graneros de adobe, vasijas talladas, algunos utensilios de cocina y una parte no accesible a los no iniciados donde se realizaban los sacrificios, aunque parece ser que una vez al año suben a celebrar unas ceremonias concretas.
A la vuelta hemos entrado en el "mundo extraterrestre" de los puntiagudos picos de Sindou, a 45kms de Banfora, una serie de monumentales esculturas de rocas naturales oradadas por la climatología y el paso del tiempo. Acceder a ella es entrar en otro mundo, una larguísima cadena montañosa de picos con un ancho y plano paso central en el que se podría estar caminando una treintena de kilómetros a través de interminables formas y donde ha crecido vegetación en ciertas partes que le da una enorme vida entre aves y primates. El mejor momento es al atardecer cuando la piedra adquiere hermosas texturas debido a las sombras que se van produciendo con la caída del sol.
El siguiente día fuimos a vistar los Domes de Fabedougou, unas formaciones tumefactas de roca sedimentaria, muy parecidas a Bungle Bungles de Australia, que posiblemente datan de casi dos billones de años (Era Tarkwaian), producidas cuando el nivel del mar descendió y esta parte fue creciendo en altura y con el paso del tiempo erosionándose debido a la acción de las lluvias y los granos de arena proyectados por el viento. Sus onduladas formas da pie a imaginativas formas. Los diferentes caminos para llegar hasta allí atraviesan enormes campos cultivados de cañas de azúcar, mijo... y unas enormes maquinarias cortadoras que agilizan la recogida de las plantaciones.
Muy cerca se encuentran las Cascadas de Karfiguel, a 12km de Banfora. Se llega pasando a través de pequeñas plantaciones locales de arroz, que aquí se dan dos veces al año, maniocas, papas, cebollas, tomates...
La zona de parking se encuentra en un área sombreada por enormes árboles que sirve de picnic. Junto a ella hay instalado un campamento con casetas para los que deseen pasar unos días disfrutando del entorno. Unos jóvenes se dedican a pintar telas y hacer figuras de madera para vender a los visitantes.
La ascensión hasta la parte más alta se hace en pocos minutos por un camino rocoso de fácil acceso. Desde arriba se aprecia, no del todo bien debido a la cantidad de vegetación, los saltos de agua por el acantilado, pero sí cómo serpentea en la llanura. Se trata de una serie escalonada de caídas de agua, y es un lugar idóneo para pasar las horas centrales del día. Aunque ahora hay poca agua aún hay espacio para bañarse y sentir la tranquilidad del entorno, hasta que va llegando más gente y luego todo cambia.
En el otro lado, el Lago Tengrela, de casi 9km de largo, donde habitan tres familias de hipopótamos -unos treinta ejemplares-, es un lugar que casi nadie deja de visitar si pasa por la zona. Se encuentra casi 10kms de Banfora, en la pista que conduce a Sindou. Por 2.000cfa se puede llegar hasta ellos en canoa local de madera acompañado de un remero-guía, atravesando multitud de nenúfares, y con una aproximación de casi 25mt para observarlos en su hábitat natural, teniendo siempre en cuenta que este enorme bicho es el animal más peligroso de África y lo que acercarse demasiado implica. Los locales piensan que éstos no atacan a los humanos porque son sagrados. Me ha parecido una tontería el ir puesto que sólo se les ve la cabeza, de vez en cuando alguno se daba varios chapuzones o resoplaba con su enorme nariz, a no ser que se coincida con alguna batallita entre ellos, que es entonces cuando más acción se produce. Impresionaba, sin embargo, cuando nos seguían con las miradas mientras íbamos rodeándolos.
En Kaya, he aprovechado para hacer un descanso de varios días mientras he mandado hacer unos trabajos en cuero de camello, ya que ésta ciudad se caracteriza por tener muy buenos costureros de ese material. He tenido también que organizarme calculando bien los días que me quedan para seguir otra ruta por el sur. Que lástima no tener diez días más para poder visitar lo más interesante que me queda del país.
En un principio quería bajar al sur, hasta Po y Tiebele, ver las construcciones Kassenas (uno de los grupos que comprende los Gourounsi), de formas circulares, cuadradas o en ocho, dependiendo del estatus de sus moradores, como las del norte de Ghana que ya visité hace unos meses y que también están pintadas con hermosos trazos geométricos -dibujado generalmente por mujeres- utilizando plumas de pintades con colores naturales; cruzar la Reserva de Mazinga, en Po, sin detenerme en él debido a la poca fauna que queda (unos pocos elefantes, antilopes, warthog, baboones y algunas aves) pues no merece la pena gastar tiempo allí innecesariamente; atravesar la meseta Mossi donde se encuentran las viviendas familiares Zakas y llegar hasta Gaoua, cuna de los Lobis, de los fetiches, de los ritos sagrados y de las viviendas fortificadas (Sukalas) como las Tanekas; seguir hasta Banfora, conocer un poco la historia de los Senufos y su forma de vida; subir a Bobo Diulaso para ver la enorme antigua mezquita de piedra, adobe y ramas, y terminar en Ouagadougou, la capital cultural que este año coincide con la celebración del Festival de Cine Africano (Fespaco) que se realiza cada dos .
Pero he tenido que recortar la primera parte, porque no me daría tiempo viajando de ésta manera, e ir directamente a Banfora, un pueblo que en sí no tiene nada especial pero sus alrededores son de los más bellos del país, perfecto para pasear en moto o bicicleta, aunque yo he optado por alquilar una moto con guía por ser una manera rápida y segura de conocer sus lugares más interesantes. La carretera que llega hasta el suroeste va atravesando diferentes zonas que poco a poco denota el cambio paisajístico y la temperatura. Van apareciendo nuevamente los enormes baobads, diferentes arboledas de hermosos verdes, palmerales, y pequeñas aldeas bambaras.
Una vez allí, tras casi 12 horas de guagua desde Kaya y cambiando en Ouaga y luego en Bobo, lo primero que he hecho es buscar un guía con moto y preparar un par de rutas diferentes en dos días que me ha llevado primeramente a Niansongoni, en el país Senufo, a 75kms y casi frontera con Mali y Costa de Marfil -precisamente estos dos países están pasando ahora cierta violencia por parte de la población- por unas pistas de tierra en buen estado atravesando poblados tradicionales organizados de forma circular, techos de palos de madera y rafia, y bosques semi-tropicales, para visitar su poblado abandonado, colgado sobre riscos, de cuevas naturales y que servía de refugio a los poblados colindantes en tiempo de guerras tribales.
Aún quedan como recuerdo los graneros de adobe, vasijas talladas, algunos utensilios de cocina y una parte no accesible a los no iniciados donde se realizaban los sacrificios, aunque parece ser que una vez al año suben a celebrar unas ceremonias concretas.
A la vuelta hemos entrado en el "mundo extraterrestre" de los puntiagudos picos de Sindou, a 45kms de Banfora, una serie de monumentales esculturas de rocas naturales oradadas por la climatología y el paso del tiempo. Acceder a ella es entrar en otro mundo, una larguísima cadena montañosa de picos con un ancho y plano paso central en el que se podría estar caminando una treintena de kilómetros a través de interminables formas y donde ha crecido vegetación en ciertas partes que le da una enorme vida entre aves y primates. El mejor momento es al atardecer cuando la piedra adquiere hermosas texturas debido a las sombras que se van produciendo con la caída del sol.
El siguiente día fuimos a vistar los Domes de Fabedougou, unas formaciones tumefactas de roca sedimentaria, muy parecidas a Bungle Bungles de Australia, que posiblemente datan de casi dos billones de años (Era Tarkwaian), producidas cuando el nivel del mar descendió y esta parte fue creciendo en altura y con el paso del tiempo erosionándose debido a la acción de las lluvias y los granos de arena proyectados por el viento. Sus onduladas formas da pie a imaginativas formas. Los diferentes caminos para llegar hasta allí atraviesan enormes campos cultivados de cañas de azúcar, mijo... y unas enormes maquinarias cortadoras que agilizan la recogida de las plantaciones.
Muy cerca se encuentran las Cascadas de Karfiguel, a 12km de Banfora. Se llega pasando a través de pequeñas plantaciones locales de arroz, que aquí se dan dos veces al año, maniocas, papas, cebollas, tomates...
La zona de parking se encuentra en un área sombreada por enormes árboles que sirve de picnic. Junto a ella hay instalado un campamento con casetas para los que deseen pasar unos días disfrutando del entorno. Unos jóvenes se dedican a pintar telas y hacer figuras de madera para vender a los visitantes.
La ascensión hasta la parte más alta se hace en pocos minutos por un camino rocoso de fácil acceso. Desde arriba se aprecia, no del todo bien debido a la cantidad de vegetación, los saltos de agua por el acantilado, pero sí cómo serpentea en la llanura. Se trata de una serie escalonada de caídas de agua, y es un lugar idóneo para pasar las horas centrales del día. Aunque ahora hay poca agua aún hay espacio para bañarse y sentir la tranquilidad del entorno, hasta que va llegando más gente y luego todo cambia.
En el otro lado, el Lago Tengrela, de casi 9km de largo, donde habitan tres familias de hipopótamos -unos treinta ejemplares-, es un lugar que casi nadie deja de visitar si pasa por la zona. Se encuentra casi 10kms de Banfora, en la pista que conduce a Sindou. Por 2.000cfa se puede llegar hasta ellos en canoa local de madera acompañado de un remero-guía, atravesando multitud de nenúfares, y con una aproximación de casi 25mt para observarlos en su hábitat natural, teniendo siempre en cuenta que este enorme bicho es el animal más peligroso de África y lo que acercarse demasiado implica. Los locales piensan que éstos no atacan a los humanos porque son sagrados. Me ha parecido una tontería el ir puesto que sólo se les ve la cabeza, de vez en cuando alguno se daba varios chapuzones o resoplaba con su enorme nariz, a no ser que se coincida con alguna batallita entre ellos, que es entonces cuando más acción se produce. Impresionaba, sin embargo, cuando nos seguían con las miradas mientras íbamos rodeándolos.
23 feb 2011
Comer en Burkina
Comer en las calles en Burkina no es muy diferente a sus países vecinos, pero al ser un país mas pobre, se nota en los condimentos y los productos utilizados.
Casi todos comen con las manos, y para ello hay calderitos sobre la mesa con agua para lavarse la mano derecha y otro más grande en el suelo -o no- para dejarla caer.
El burkinabés se lo come todo, pero todo. Incluso los huesos. Al menos los tritura para sacar los líquidos de las oquedades internas, o lo que haya. No es raro oír el crujir de dientes al masticar. Desde las crestas, los ojos, las tripas y hasta las pesuñas de los pollos, todo se come. Nada se desperdicia. Ejemplo claro está en las barbacoas callejeras (brochettes) que son muy abundantes, donde los pinchos en ocasiones son inidentificables, en parte debido a la cantidad de especias que le ponen.
Los platos de arroz con judías (wachie) o de couscoús de sémola (también lo hay de maíz, o Fonio) y judías pueden llegar a costar 100cfa (0,15€), o el riz grass (arroz blanco con verduras) 250cfa (0,40€). Comer en la calle me ha resultado mucho más barato aquí que en otros lugares.
En los maquis (bar local), un poco más caro pero no mucho, su especialidad, como en Benin, además del té o nescafé con leche condensada, son los bocatas matinales de tortilla de cebolla en media barra de pan, que con un poco de suerte es del momento. En ocasiones el pan chicloso se ha de mojar en café para que entre bien porque no hay otra cosa. También hay cafeterías desmontables en medio de cualquier lugar ofreciendo los tes o cafés baratísimos. Aunque la limpieza no es aún conocida, es el lugar idóneo para observar los movimientos callejeros y relacionarme con la gente. En los restaurantes los platos han sido algo escasos y bastante más caros.
Pero lo que me ha llevado a escribir esta entrada al final del viaje ha sido poder comprobar, ahora que me encuentro en el suroeste del país (Banfora), la zona menos musulmana, algo que en muchas ocasiones me ha enojado muchísimo ver: las pandas de niñitos esperando que alguien acabe de comer para recoger el plato y terminar de comerlo.
Todos portan un calderito amarrado a una cuerda que se cuelgan a la espera de ser llenado con lo que les den. El caso es que no hay niñas. Son todos varones. Ellas se quedan en casa (quienes no estudian) para ayudar en las labores cotidianas de transportar el agua de los pozos a casa, lavar la ropa o machacar con el mortero las masas (el Fufú o el Tô).
La primera extraña sensación la tuve nada mas entrar al país, y en una de las paradas que hizo el minibus, amaneciendo, para dejar a unos pasajeros. Un grupo de niños se acercaron a ver si alguien daba algo, y a una detestable "lumbreras" no se le ocurrió otra cosa que tirar un trozo de barra de pan al grupo. El alboroto que se produjo me puso los pelos de punta. Parecían peces peleando por su trozo. No cuento más.
Y a mi nada me extraña ya, pero eso... no lo esperaba. Ni imaginaba que ocurriera.
Preguntado a los mayores por esa situación me han contado, y repetidas veces, que son niños de la escuela coránica, que se tienen que levantar muy temprano para ir a rezar, leer (aprender) el Corán, y luego han de ir a mendigar su comida. No lo puedo creer. "El Islam fomenta el mendigar a los niños!!". Y gracias a ello los "otros" dan en caridad para sentirse plenos y cumplidores del deber de dar al necesitado (una de las pautas a seguir del buen musulmán).
Y del Islam y el mal que hace a mucha gente hablaré en otro artículo con todo lo que estoy recabando según me cuentan otros islamistas como Fátima, Siata, Adossou, Antoine, Shan o Ibrahim, amigos de muy diferentes lugares que conocí durante este viaje.
Ahora, volviendo al placer que me produce lo que como aquí, los diferentes platos que he probado en Burkina han sido:
Tô o Sagbo, pasta blanda de sorgo, arroz o maíz en forma de galleta grande, conseguida tras hervir y luego machacado en un mortero, que se sirve en un plato separado a la salsa que lo acompaña, y se come con la mano, mojando en la salsa.
Moyo, pasta blanda (como el foufoú) de maíz tostado, acompañado de pescado frito o ahumado y salsa de tomate natural especiado. También con las manos.
Foutou, foufoú de ñame.
Riz grass, arroz blanco al que se le añande de otros calderos un trozo de col hervida, berenjena, cebolla y zanahorias si las hay, carne o pescado y varias salsas o sopas.
Riz sauce, arroz blanco con salsa de cacahuetes (Arachide) acompañado con algún trozo de carne.
Poulet Yassa, pollo en salsa de cebolla y limón.
Poulet Kedjenou, pollo en salsa de mostaza con verduras.
Poulet Rabilet, pollo en salsa, y soubala.
Poulet Televise, pollo asado tras una puerta de cristal de asador.
Soubala, bola negra apestosa (aderezante local, como maggi).
Brochettes, pinchos de pollo, cordero o rés, muy especiados.
Agouti, rata de campo, normalmente en riquísimas salsas.
Aloko, ñame cortado en trozos y frito.
Attieke, casava rayada.
Samsa, judías negras amasada y fritas.
Chapalo o Dolo, cerveza local de sorgo.
Banji, vino de palma.
Patasi, aguardiente africano
Bissap, zumo de flores de hibiscos.
Gingembre, jugo de jengibre.
Bara jii, agua de no se dónde, ni como la controlan, en bolsas de 50cl o 25cl (5ocfa). También lo hay de sabor a algo que dicen que da energía. Lo probé y continuaba caminando "al mismo ritmo" (100cfa).
Yogurt natural, vendidos igualmente en bolsitas, ligeramente dulce, una placentera delicia.
Degue, yogurt con maíz machacado.
Casi todos comen con las manos, y para ello hay calderitos sobre la mesa con agua para lavarse la mano derecha y otro más grande en el suelo -o no- para dejarla caer.
El burkinabés se lo come todo, pero todo. Incluso los huesos. Al menos los tritura para sacar los líquidos de las oquedades internas, o lo que haya. No es raro oír el crujir de dientes al masticar. Desde las crestas, los ojos, las tripas y hasta las pesuñas de los pollos, todo se come. Nada se desperdicia. Ejemplo claro está en las barbacoas callejeras (brochettes) que son muy abundantes, donde los pinchos en ocasiones son inidentificables, en parte debido a la cantidad de especias que le ponen.
Los platos de arroz con judías (wachie) o de couscoús de sémola (también lo hay de maíz, o Fonio) y judías pueden llegar a costar 100cfa (0,15€), o el riz grass (arroz blanco con verduras) 250cfa (0,40€). Comer en la calle me ha resultado mucho más barato aquí que en otros lugares.
En los maquis (bar local), un poco más caro pero no mucho, su especialidad, como en Benin, además del té o nescafé con leche condensada, son los bocatas matinales de tortilla de cebolla en media barra de pan, que con un poco de suerte es del momento. En ocasiones el pan chicloso se ha de mojar en café para que entre bien porque no hay otra cosa. También hay cafeterías desmontables en medio de cualquier lugar ofreciendo los tes o cafés baratísimos. Aunque la limpieza no es aún conocida, es el lugar idóneo para observar los movimientos callejeros y relacionarme con la gente. En los restaurantes los platos han sido algo escasos y bastante más caros.
Pero lo que me ha llevado a escribir esta entrada al final del viaje ha sido poder comprobar, ahora que me encuentro en el suroeste del país (Banfora), la zona menos musulmana, algo que en muchas ocasiones me ha enojado muchísimo ver: las pandas de niñitos esperando que alguien acabe de comer para recoger el plato y terminar de comerlo.
Todos portan un calderito amarrado a una cuerda que se cuelgan a la espera de ser llenado con lo que les den. El caso es que no hay niñas. Son todos varones. Ellas se quedan en casa (quienes no estudian) para ayudar en las labores cotidianas de transportar el agua de los pozos a casa, lavar la ropa o machacar con el mortero las masas (el Fufú o el Tô).
La primera extraña sensación la tuve nada mas entrar al país, y en una de las paradas que hizo el minibus, amaneciendo, para dejar a unos pasajeros. Un grupo de niños se acercaron a ver si alguien daba algo, y a una detestable "lumbreras" no se le ocurrió otra cosa que tirar un trozo de barra de pan al grupo. El alboroto que se produjo me puso los pelos de punta. Parecían peces peleando por su trozo. No cuento más.
Y a mi nada me extraña ya, pero eso... no lo esperaba. Ni imaginaba que ocurriera.
Preguntado a los mayores por esa situación me han contado, y repetidas veces, que son niños de la escuela coránica, que se tienen que levantar muy temprano para ir a rezar, leer (aprender) el Corán, y luego han de ir a mendigar su comida. No lo puedo creer. "El Islam fomenta el mendigar a los niños!!". Y gracias a ello los "otros" dan en caridad para sentirse plenos y cumplidores del deber de dar al necesitado (una de las pautas a seguir del buen musulmán).
Y del Islam y el mal que hace a mucha gente hablaré en otro artículo con todo lo que estoy recabando según me cuentan otros islamistas como Fátima, Siata, Adossou, Antoine, Shan o Ibrahim, amigos de muy diferentes lugares que conocí durante este viaje.
Ahora, volviendo al placer que me produce lo que como aquí, los diferentes platos que he probado en Burkina han sido:
Tô o Sagbo, pasta blanda de sorgo, arroz o maíz en forma de galleta grande, conseguida tras hervir y luego machacado en un mortero, que se sirve en un plato separado a la salsa que lo acompaña, y se come con la mano, mojando en la salsa.
Moyo, pasta blanda (como el foufoú) de maíz tostado, acompañado de pescado frito o ahumado y salsa de tomate natural especiado. También con las manos.
Foutou, foufoú de ñame.
Riz grass, arroz blanco al que se le añande de otros calderos un trozo de col hervida, berenjena, cebolla y zanahorias si las hay, carne o pescado y varias salsas o sopas.
Riz sauce, arroz blanco con salsa de cacahuetes (Arachide) acompañado con algún trozo de carne.
Poulet Yassa, pollo en salsa de cebolla y limón.
Poulet Kedjenou, pollo en salsa de mostaza con verduras.
Poulet Rabilet, pollo en salsa, y soubala.
Poulet Televise, pollo asado tras una puerta de cristal de asador.
Soubala, bola negra apestosa (aderezante local, como maggi).
Brochettes, pinchos de pollo, cordero o rés, muy especiados.
Agouti, rata de campo, normalmente en riquísimas salsas.
Aloko, ñame cortado en trozos y frito.
Attieke, casava rayada.
Samsa, judías negras amasada y fritas.
Chapalo o Dolo, cerveza local de sorgo.
Banji, vino de palma.
Patasi, aguardiente africano
Bissap, zumo de flores de hibiscos.
Gingembre, jugo de jengibre.
Bara jii, agua de no se dónde, ni como la controlan, en bolsas de 50cl o 25cl (5ocfa). También lo hay de sabor a algo que dicen que da energía. Lo probé y continuaba caminando "al mismo ritmo" (100cfa).
Yogurt natural, vendidos igualmente en bolsitas, ligeramente dulce, una placentera delicia.
Degue, yogurt con maíz machacado.
20 feb 2011
18 feb 2011
El desierto II
Había quedado con Diba en salir a las 8 de la mañana, y como era de esperar tardó bastante más en llegar con una moto que se notaba no era suya.
El trayecto hasta Oursi lo hicimos en una hora por una carretera de tierra en buen estado atravesando zonas semidesérticas y pequeños poblados de varias casas familiares, algunas tras muros de protección, bien de adobe o de ramas secas.
Sigo observando en todos mis viajes por África que los conductores se quejan de lo caro que su gobierno pone a la venta el combustible, pero es que éstos son unos derrochadores por su pésima conducción, sobre todo con tantos acelerones injustificados. Además se notaba que la moto no era suya por la terrible y perjudicial manera de conducirla y tratarla.
Paramos junto al Campamento de Aounaf y mientras esperábamos por el camellero y sus dos dromedarios eché un vistazo al recinto. Cuesta 5.000cfa la noche y las comidas entre 1.500-4.000cfa. Es bastante grande y dispone de varias cabañas fulani de barro, otras casetas nomadas tuareg y tarimas de cañas para dormir al aire libre.
Una hora más tarde de lo establecido llegó el camellero. No llevaba mantas para dormir, ni cacharros para hacer la comida ni agua para cocinar, y los "hijoputas" estos lo habían contratado en Gorom. El pobre hombre se había levantado a las 3 de la mañana para llegar a tiempo a Oursi. Menudos fanfarrones!. Desde un principio imaginé que las cosas no saldría como habíamos hablado por las formas que fue tomando las cosas.
Había oído hablar de un tal Orsini, "le diputé" un tipo que en otras ocasiones había preparado alguna que otra salida a extranjeros y les pregunté si lo conocían. Sobre la marcha fueron a buscarlo. Cuando nos presentamos y le conté lo que me había pasado me dijo que porqué no había venido a Oursi sin guía, que él lo hubiera preparado todo sin tanto jaleo. Tenía razón, pero yo ignoraba lo que me podría encontrar en este pueblo si viniese solo.
Al final se comprometió en prepararme un lugar donde ver la puesta de sol, dormir y el haría también la comida.
Al final comezamos el "Tour" a las 10:30 por las afueras del pueblo hasta un poblado nómada Bella, descendientes de los antiguos esclavos Tuaregs, donde tomamos té, charlamos con la familia y esperamos que remitiera el calor del medio día para continuar. De todas maneras los dromedarios estaban también cansados y apenas habían comido. Lo que faltaba!!
Por la tarde marchamos hacia las dunas de Oursi, pasando por zonas arboladas donde a veces se detenían los dromedarios para "picotear", y por otras completamente peladas, un espacio no muy grande de dunas pero con una panorámica preciosa del entorno. Pensar que muchos viajeros pasan de largo toda esta zona para ir directamente a Mali, hacia el "Pais Dogon", no saben lo que se pierden.
A las 5 de la tarde habíamos quedado con Orsini en las dunas, a las afueras del pueblo, donde se había comprometido llevar unas mantas y agua para guisar nuestra cena y ver la puesta de sol. Pero el lugar estaba demasiado cerca del pueblo, donde los niños juegan y los grandes hacen sus necesidades. Los olores, los ruidos y la presencia de gente no era lo más adecuado para pasar la noche. Con la caída del sol llegó el susodicho, sin nada, con la intención de ver la puesta y organizar luego el tenderete. Le dije que no estaba de acuerdo y que yo quería haber estado más lejos de esa zona. Se disculpó y me dijo que no me preocupara, que montaríamos el "negocio" en otro lugar. Pero ya era muy tarde y me perdí lo que yo realmente buscaba en este Tour: ver la puesta entre las dunas mientras preparábamos la comida. Por lo que cogimos los camellos y abandonamos el estercolero, ya de noche, atravesando el pueblo.
En un puesto de comida compré algo de arroz y salsa y llegamos al campamento para cenar y dormir en él. Era la única opción que me quedaba. De todas formas estaba algo alejado del poblado, nadie molestaba con ruidos e igualmente estaba entre las dunas. No se cumplió a cien por cien mi ilusión pero pude disfrutar de la noche. La luna estaba creciendo y se veían muchas estrellas, sobre todo a las 3 de la mañana cuando la luna hubo bajado hasta desaparecer de la vista.
Por la mañana visitamos las ruinas arqueologica Songhay (hu-beero), la más significativa de toda África Occidental y su museo, y terminamos paseando por la laguna, mientras veíamos llegar poco a poco a todos los paisanos que se dirigían caminando hasta el mercado desde sus poblados cargando sobre sus cabezas las mercaderías, o subidos en carros tirados por asnos, montados en él, o en vehículos, tanto en moto como en minibus completamente abarrotados.
Las afueras del pueblo estaban llenas de dromedarios, cabras, vacas, toros, y asnos, expuestos para ser vendidos. La cantidad de gente con sus vestimentas tradicionales era extraordinaria. Destacaban los Fulanis con sus coloridos trajes y fulares de lentejuelas, sus abalorios compuesto por colgantes, pulseras, monedas y piezas de platas enganchadas en su trenzas o en la frente, los hombres Bellas con sus enormes turbantes llenos de polvo del camino y algunas mujeres que vestían con los mismos tejidos estampados, como si de una moda se tratase. Incluso grupos de mujeres Fulanis con las camisetas del FC Barcelona (Unicef, que daño a las tradiciones estan haciendo regalando por millares y por todos los lados esas jodidas camisetas!!) como parte de su indumentaria. Los chinos también con sus utensilios baratos de plástico!. También el mercado es más de lo mismo.
A las 3 de la tarde el primer minibus salía dirección Gorom y seguiría a Ouagadougou, la capital, por lo que aproveché para montar en él. Me habían comentado, y con toda seguridad, que había un minibus que se dirigía directamente a Markoye, mi siguiente destino, porque al día siguiente, lunes, sería su vibrante día de mercado semanal -muy importante por la venta de cantidad de rumiantes-, haciendo una parada en Gorom para recoger más gente que hasta allá se pudiese trasladar. Pero lo cierto es que una vez en la zona de aparcamiento de los vehículos -en el mismo borde de la única carretera que cruza el pueblo- nadie conocía ese vehículo. Todos se dirigían a Ouagadougu, la capital.
La siguiente acción sería subirme al minibus, bajarme en Gorom, y desde allí buscar otra forma de transporte hasta Markoye. Nos detuvimos junto a su mercado. Ahí mismo había un gran camión aparcado esperando a llenarse de mercancías y de gente, pero no había la suficiente como para salir esa misma tarde, o noche!, por lo que no tuve otra opción que entrar en una tienda cercana y preguntarle al propietario si conocía a alguien con moto que me quisiera alcanzar a Markoye antes de que oscureciera.
Sobre la marcha apareció su hermano Ibrahim y tras negociar el precio (6.000cfa) salimos directamente a la gasolinera a llenar el depósito.
Lo que tenía que haber sido un trayecto de una hora, no tardamos mas de 40min. ya que la velocidad con la que el individuo condujo fue dramática por ciertos tramos. En parte me interesaba llegar de día para poder encontrar el sitio que me habían hablado muy bien y donde me quería quedar a dormir, Gite de Markoye, una vivienda con varias habitaciones preparadas para que se hospeden los visitantes.
A la entrada del pueblo hay un control policial donde hay que registrarse "obligatoriamente". Nosotros no lo sabíamos y al pasar por delante de los policías, que jugaban a las cartas, seguimos de largo ya que no nos dijeron nada, simplemente se giraron, saludaron, y siguieron a lo suyo. La cosa es que al regresar Ibrahim fue multado con 2.000cfa por no haberme presentado a los agentes. Por lo que tuvo que regresar a recogerme y llevarme nuevamente ante ellos. Tras registrarme, nuevamente fui llevado al campamento.
Markoye es un pequeño poblado tradicional situado en medio del país fulani, muy sucio, extremadamente sucio, como sus habitantes. Tiene una gran laguna donde habitan muchas especies de aves y es el cagadero oficial, por lo que su orilla es una pena. Y se podría hacer mucho si se invirtiera más en educación ambiental y menos en cine internacional. Pero "la pela es la pela!" y no hay para mas.
El mercado es una pasada de color, de gente de muchos poblados aledaños y de más lejos, que vienen a buscar lo que no hay en otros lugares: sin lugar a dudas un pequeñísimo mercado que se abarrota de gente. Las mercaderías es más o menos lo mismo que en toda esta zona. Pero lo chino se lleva mucho por ser tan barato para esta gente. Incluso las comunidades mas perdidas están cambiando sus manualidades tradicionales por productos chinos como zapatillas plásticas, collares, hilos y camisas. Lo último en moda que estoy viendo en el desierto sigue siendo la camiseta del FC Barcelona (Unicef) combinada con algunos trajes tradicionales. Que puta pena!!!.
Cantidad de costureros se dedican a la confección de trajes con los tejidos de estampados africanos que llegan de Alemania. Diversas etnias tienen un diseño bastante característico que las diferencian. Entre ellas las tiras blancas bordadas que las adornan, los fulares haciendo juego, o brillantes de lentejuelas, abalorios, colgantes, pintura o tatuajes en la cara, ojos, brazos, cortes en la mejilla o la frente... Una extensa y riquísima diversidad cultural que se hace más patente cuanto más al norte sigo viajando.
Intenté pasear en camello por la zona pero me fue imposible encontrar en estos días alguien que tuviera dos y se viniera conmigo.
Las comidas las hago en la calle. El desayuno o los "café au lait" del día en uno de los varios maquis fijos y la cena en uno de los pequeños puestos que se montan al atardecer. La "ensalada verde" de lechuga, tomates, cebollas, pepino y huevo sancochado, aderezado con mayonesa, o los trocitos de pescado frito, o la carne con salsa y arroz saben de maravilla.
Aprovechando que el miércoles es mercado en Tin-Akof, a las 6 de la mañana monté en un abarrotado jeep que se dirigía con paisanos de este pueblo para hacer sus compras, o ventas.
El propietario del albergue me presentó a un vecino suyo que iba también en el vehículo, haciéndose "cargo" de mi y de buscarme alojamiento allá.
Situada junto al río Beli, afluente del río Niger, esta pequeña localidad junto a las fronteras de Mali y Niger, es una de las más pintorescas del desierto saheliano.
La carretera de tierra que hasta allí llega desde Gorom, a 72km, está en buen estado, pero la que llega desde Markoye, atravesando arenales es caótica. Incluso uno de los viajeros de los que iban montado en el techo cayó al suelo al virarse de tal manera el 4x4 al pasar por enormes socavones de arena. Muchos vehículos quedan enterrados en sus arenas y hay que conocer muy bien la zona para no quedar botado y sin ayuda, por que por ahí es que no pasa nadie. Algunos pequeños poblados de varias chozas nómadas o casitas de ladrillos de adobe esparcidos por la misma van apareciendo en medio de la nada. Gracias a que los pozos aún tienen bastante agua para abastecerlos éstos continúan ahí.
Hace meses el gobierno burkinabés desaconsejaba pasar por esta zona a los extranjeros, especialmente americanos, debido a las acciones de Al Qaeda en el Sur del Magreb Islámico, pues operaban entre las fronteras de Burkina Faso, Niger, Mali y Mauritania, donde hubieron en su momento ciertos ataques o secuestros de extranjeros. Parece ser que la cosa está mucho más tranquila, de momento, por aquí.
En Tin-Akof también todo turista debe dar aviso a las autoridades y registrarse para estar localizado en todo momento. La llegada al pueblo fue emocionante, sobre todo tras la hora y media de polvoriento recorrido y las apariciones esporádicas de pueblecitos perdidos entre las dunas. Aún no se habían montado todos los puestos, y los vehículos iban llegando escalonadamente cargadísimos de gente y mercancía de todo tipo. Muchos comerciantes son conocidos por seguir la rueda de mercados semanales. Al menos algunos ya me habían visto en otras ocasiones. Esto, en parte, no me agradaba del todo, aunque estaba tranquilo por que sabía que nadie iba a dar información de mi presencia. Ser español es seguridad del "pago de un secuestro". Aunque yo lo tengo muy claro antes de adentrarme en el Sahel: antes de jugar conmigo, soy el primero en "reventar el balon" y se acabo el juego!.
Al bajar del vehículo me presentaron a Yacouba, un policía local que se ofreció darme alojamiento en una de las habitaciones de su casa (a cambio de algún cadeau) y tras algunos días de estancia trasladarme en moto a Gorom (15.000cfa). Me pareció buena idea, ya que el transporte es inexistente en esta zona y dormir con su familia sería fenomenal.
Debido a su aislamiento Tin-Akof ha retenido su genuino encanto de mercado kel-tamashek del desierto, donde muchos nómadas llegan de Niger, Mali y Burkina cada miércoles montados en dromedarios para venderlos ahí.
A medio día todo estaba en plena acción: muchísima gente moviéndose entre los diminutos puestos de ramas y telas, llenos de trajes confeccionados ahí mismo, traídos de otros mercados, ropas de todo tipo (mucho chino), incluido... "las camisetas del FC Barcelona"!! que parece que es un colorido muy admirado por los pueblerinos (muchos ni saben que representa esa indumentaria); cargando sus compras sobre la cabeza, tirando de la oreja de la cabra recién adquirida, negociando en la trasera del poblado con dromedarios, cabras o asnos; comiendo en los puestos en donde hay varios calderos con arroz blanco y carne en salsa, batatas fritas, bebiendo yogurt natural de cabra, que está riquísima (ligeramente dulzón), o las parrillas llenas de carne de cabra o vaca recién sacrificadas.
El río ofrece la oportunidad de ser navegado en canoa, unirse a los pocos pescadores de las orillas para tirar las diminutas redes, perderse por su otra orilla o indagar montado en camello por los poblados aledaños.
Yacouba me llevó en su moto por los alrededores a visitar otros familiares que viven entre las dunas, cerca del río. Bebimos té, me enseñaron sus tiendas nómadas, me permitieron fotografiar, y lo mejor de todo, sin pedir nada a cambio. Lástima, la semana pasada se había celebrado una boda allí mismo.
Vivir con la familia fue muy emotivo pues bebíamos té con sus amigos y otros familiares, había un constante movimiento de gente, pero debido a mis constantes búsquedas de acción sólo las veía por la mañana o la noche. Comí con ellos en varias ocasiones del mismo plato, todos hombres -las mujeres y los niños a parte, y de lo que sobra del enorme plato-, incluso el día del partido de la Champion, del FC Barcelona que perdió contra el Manchester. Mucha gente aprecia a este equipo, debido a los jugadores negros que han pasado por su plantilla. Aquí todos quieren ser un Etoo, Drogba, Adebayor, Pitroipa, kaboré, Cristiano.... Sus sueños europeos de prosperidad llevan a muchos a embarcarse, "sin saber ni si quiera nadar", a cualquier precio. Esas falsas leyendas urbanas de enriquecimiento rápido lo está alentando desmesuradamente las televisiones -esas que ya nos hemos quitado de encima por ser analógicas y que están ahora "sobrecargando" África-, y que llegan ya a cualquier diminuto poblado africano.
La vuelta a Gorom fue más rápida de lo que esperaba. La carretera en muy buen estado, sin tráfico alguno, y encantadores poblados a sus lados. He tenido que quedarme un día porque el minibus a Doris sale desde muy temprano. Nuevamente me he quedado en el Albergue de la Misión Católica. Aproveché para lavar la ropa, cargar las baterías de la cámara, hacer el blog de estos últimos días y pasar por la "farsante" Maison du Sahel Suudu Baaba para encararme con Issouf , el encargado de llevar esta oficina, que parece ser que es propiedad de un francés, por lo cutre del paseo en camello que quedó lo contratado. Tras un buen rato discutiendo con él me di cuenta que no serviría de nada porque muchos africanos sólo saben discutir y discutir hasta cansarse y sin llegar a nada al final. Le prometí que por internét haría una mala propaganda de su empresa.
Lo que está claro en todos estos sitios es que hay que tener "mucho ojito" con los pseudo-guías que pululan por todos los lados buscándose la vida a costa de los confiados turistas, que por mucho que quede todo cerrado, al final se termina pagando más dinero de lo pactado.
El trayecto hasta Oursi lo hicimos en una hora por una carretera de tierra en buen estado atravesando zonas semidesérticas y pequeños poblados de varias casas familiares, algunas tras muros de protección, bien de adobe o de ramas secas.
Sigo observando en todos mis viajes por África que los conductores se quejan de lo caro que su gobierno pone a la venta el combustible, pero es que éstos son unos derrochadores por su pésima conducción, sobre todo con tantos acelerones injustificados. Además se notaba que la moto no era suya por la terrible y perjudicial manera de conducirla y tratarla.
Paramos junto al Campamento de Aounaf y mientras esperábamos por el camellero y sus dos dromedarios eché un vistazo al recinto. Cuesta 5.000cfa la noche y las comidas entre 1.500-4.000cfa. Es bastante grande y dispone de varias cabañas fulani de barro, otras casetas nomadas tuareg y tarimas de cañas para dormir al aire libre.
Una hora más tarde de lo establecido llegó el camellero. No llevaba mantas para dormir, ni cacharros para hacer la comida ni agua para cocinar, y los "hijoputas" estos lo habían contratado en Gorom. El pobre hombre se había levantado a las 3 de la mañana para llegar a tiempo a Oursi. Menudos fanfarrones!. Desde un principio imaginé que las cosas no saldría como habíamos hablado por las formas que fue tomando las cosas.
Había oído hablar de un tal Orsini, "le diputé" un tipo que en otras ocasiones había preparado alguna que otra salida a extranjeros y les pregunté si lo conocían. Sobre la marcha fueron a buscarlo. Cuando nos presentamos y le conté lo que me había pasado me dijo que porqué no había venido a Oursi sin guía, que él lo hubiera preparado todo sin tanto jaleo. Tenía razón, pero yo ignoraba lo que me podría encontrar en este pueblo si viniese solo.
Al final se comprometió en prepararme un lugar donde ver la puesta de sol, dormir y el haría también la comida.
Al final comezamos el "Tour" a las 10:30 por las afueras del pueblo hasta un poblado nómada Bella, descendientes de los antiguos esclavos Tuaregs, donde tomamos té, charlamos con la familia y esperamos que remitiera el calor del medio día para continuar. De todas maneras los dromedarios estaban también cansados y apenas habían comido. Lo que faltaba!!
Por la tarde marchamos hacia las dunas de Oursi, pasando por zonas arboladas donde a veces se detenían los dromedarios para "picotear", y por otras completamente peladas, un espacio no muy grande de dunas pero con una panorámica preciosa del entorno. Pensar que muchos viajeros pasan de largo toda esta zona para ir directamente a Mali, hacia el "Pais Dogon", no saben lo que se pierden.
A las 5 de la tarde habíamos quedado con Orsini en las dunas, a las afueras del pueblo, donde se había comprometido llevar unas mantas y agua para guisar nuestra cena y ver la puesta de sol. Pero el lugar estaba demasiado cerca del pueblo, donde los niños juegan y los grandes hacen sus necesidades. Los olores, los ruidos y la presencia de gente no era lo más adecuado para pasar la noche. Con la caída del sol llegó el susodicho, sin nada, con la intención de ver la puesta y organizar luego el tenderete. Le dije que no estaba de acuerdo y que yo quería haber estado más lejos de esa zona. Se disculpó y me dijo que no me preocupara, que montaríamos el "negocio" en otro lugar. Pero ya era muy tarde y me perdí lo que yo realmente buscaba en este Tour: ver la puesta entre las dunas mientras preparábamos la comida. Por lo que cogimos los camellos y abandonamos el estercolero, ya de noche, atravesando el pueblo.
En un puesto de comida compré algo de arroz y salsa y llegamos al campamento para cenar y dormir en él. Era la única opción que me quedaba. De todas formas estaba algo alejado del poblado, nadie molestaba con ruidos e igualmente estaba entre las dunas. No se cumplió a cien por cien mi ilusión pero pude disfrutar de la noche. La luna estaba creciendo y se veían muchas estrellas, sobre todo a las 3 de la mañana cuando la luna hubo bajado hasta desaparecer de la vista.
Por la mañana visitamos las ruinas arqueologica Songhay (hu-beero), la más significativa de toda África Occidental y su museo, y terminamos paseando por la laguna, mientras veíamos llegar poco a poco a todos los paisanos que se dirigían caminando hasta el mercado desde sus poblados cargando sobre sus cabezas las mercaderías, o subidos en carros tirados por asnos, montados en él, o en vehículos, tanto en moto como en minibus completamente abarrotados.
Las afueras del pueblo estaban llenas de dromedarios, cabras, vacas, toros, y asnos, expuestos para ser vendidos. La cantidad de gente con sus vestimentas tradicionales era extraordinaria. Destacaban los Fulanis con sus coloridos trajes y fulares de lentejuelas, sus abalorios compuesto por colgantes, pulseras, monedas y piezas de platas enganchadas en su trenzas o en la frente, los hombres Bellas con sus enormes turbantes llenos de polvo del camino y algunas mujeres que vestían con los mismos tejidos estampados, como si de una moda se tratase. Incluso grupos de mujeres Fulanis con las camisetas del FC Barcelona (Unicef, que daño a las tradiciones estan haciendo regalando por millares y por todos los lados esas jodidas camisetas!!) como parte de su indumentaria. Los chinos también con sus utensilios baratos de plástico!. También el mercado es más de lo mismo.
A las 3 de la tarde el primer minibus salía dirección Gorom y seguiría a Ouagadougou, la capital, por lo que aproveché para montar en él. Me habían comentado, y con toda seguridad, que había un minibus que se dirigía directamente a Markoye, mi siguiente destino, porque al día siguiente, lunes, sería su vibrante día de mercado semanal -muy importante por la venta de cantidad de rumiantes-, haciendo una parada en Gorom para recoger más gente que hasta allá se pudiese trasladar. Pero lo cierto es que una vez en la zona de aparcamiento de los vehículos -en el mismo borde de la única carretera que cruza el pueblo- nadie conocía ese vehículo. Todos se dirigían a Ouagadougu, la capital.
La siguiente acción sería subirme al minibus, bajarme en Gorom, y desde allí buscar otra forma de transporte hasta Markoye. Nos detuvimos junto a su mercado. Ahí mismo había un gran camión aparcado esperando a llenarse de mercancías y de gente, pero no había la suficiente como para salir esa misma tarde, o noche!, por lo que no tuve otra opción que entrar en una tienda cercana y preguntarle al propietario si conocía a alguien con moto que me quisiera alcanzar a Markoye antes de que oscureciera.
Sobre la marcha apareció su hermano Ibrahim y tras negociar el precio (6.000cfa) salimos directamente a la gasolinera a llenar el depósito.
Lo que tenía que haber sido un trayecto de una hora, no tardamos mas de 40min. ya que la velocidad con la que el individuo condujo fue dramática por ciertos tramos. En parte me interesaba llegar de día para poder encontrar el sitio que me habían hablado muy bien y donde me quería quedar a dormir, Gite de Markoye, una vivienda con varias habitaciones preparadas para que se hospeden los visitantes.
A la entrada del pueblo hay un control policial donde hay que registrarse "obligatoriamente". Nosotros no lo sabíamos y al pasar por delante de los policías, que jugaban a las cartas, seguimos de largo ya que no nos dijeron nada, simplemente se giraron, saludaron, y siguieron a lo suyo. La cosa es que al regresar Ibrahim fue multado con 2.000cfa por no haberme presentado a los agentes. Por lo que tuvo que regresar a recogerme y llevarme nuevamente ante ellos. Tras registrarme, nuevamente fui llevado al campamento.
Markoye es un pequeño poblado tradicional situado en medio del país fulani, muy sucio, extremadamente sucio, como sus habitantes. Tiene una gran laguna donde habitan muchas especies de aves y es el cagadero oficial, por lo que su orilla es una pena. Y se podría hacer mucho si se invirtiera más en educación ambiental y menos en cine internacional. Pero "la pela es la pela!" y no hay para mas.
El mercado es una pasada de color, de gente de muchos poblados aledaños y de más lejos, que vienen a buscar lo que no hay en otros lugares: sin lugar a dudas un pequeñísimo mercado que se abarrota de gente. Las mercaderías es más o menos lo mismo que en toda esta zona. Pero lo chino se lleva mucho por ser tan barato para esta gente. Incluso las comunidades mas perdidas están cambiando sus manualidades tradicionales por productos chinos como zapatillas plásticas, collares, hilos y camisas. Lo último en moda que estoy viendo en el desierto sigue siendo la camiseta del FC Barcelona (Unicef) combinada con algunos trajes tradicionales. Que puta pena!!!.
Cantidad de costureros se dedican a la confección de trajes con los tejidos de estampados africanos que llegan de Alemania. Diversas etnias tienen un diseño bastante característico que las diferencian. Entre ellas las tiras blancas bordadas que las adornan, los fulares haciendo juego, o brillantes de lentejuelas, abalorios, colgantes, pintura o tatuajes en la cara, ojos, brazos, cortes en la mejilla o la frente... Una extensa y riquísima diversidad cultural que se hace más patente cuanto más al norte sigo viajando.
Intenté pasear en camello por la zona pero me fue imposible encontrar en estos días alguien que tuviera dos y se viniera conmigo.
Las comidas las hago en la calle. El desayuno o los "café au lait" del día en uno de los varios maquis fijos y la cena en uno de los pequeños puestos que se montan al atardecer. La "ensalada verde" de lechuga, tomates, cebollas, pepino y huevo sancochado, aderezado con mayonesa, o los trocitos de pescado frito, o la carne con salsa y arroz saben de maravilla.
Aprovechando que el miércoles es mercado en Tin-Akof, a las 6 de la mañana monté en un abarrotado jeep que se dirigía con paisanos de este pueblo para hacer sus compras, o ventas.
El propietario del albergue me presentó a un vecino suyo que iba también en el vehículo, haciéndose "cargo" de mi y de buscarme alojamiento allá.
Situada junto al río Beli, afluente del río Niger, esta pequeña localidad junto a las fronteras de Mali y Niger, es una de las más pintorescas del desierto saheliano.
La carretera de tierra que hasta allí llega desde Gorom, a 72km, está en buen estado, pero la que llega desde Markoye, atravesando arenales es caótica. Incluso uno de los viajeros de los que iban montado en el techo cayó al suelo al virarse de tal manera el 4x4 al pasar por enormes socavones de arena. Muchos vehículos quedan enterrados en sus arenas y hay que conocer muy bien la zona para no quedar botado y sin ayuda, por que por ahí es que no pasa nadie. Algunos pequeños poblados de varias chozas nómadas o casitas de ladrillos de adobe esparcidos por la misma van apareciendo en medio de la nada. Gracias a que los pozos aún tienen bastante agua para abastecerlos éstos continúan ahí.
Hace meses el gobierno burkinabés desaconsejaba pasar por esta zona a los extranjeros, especialmente americanos, debido a las acciones de Al Qaeda en el Sur del Magreb Islámico, pues operaban entre las fronteras de Burkina Faso, Niger, Mali y Mauritania, donde hubieron en su momento ciertos ataques o secuestros de extranjeros. Parece ser que la cosa está mucho más tranquila, de momento, por aquí.
En Tin-Akof también todo turista debe dar aviso a las autoridades y registrarse para estar localizado en todo momento. La llegada al pueblo fue emocionante, sobre todo tras la hora y media de polvoriento recorrido y las apariciones esporádicas de pueblecitos perdidos entre las dunas. Aún no se habían montado todos los puestos, y los vehículos iban llegando escalonadamente cargadísimos de gente y mercancía de todo tipo. Muchos comerciantes son conocidos por seguir la rueda de mercados semanales. Al menos algunos ya me habían visto en otras ocasiones. Esto, en parte, no me agradaba del todo, aunque estaba tranquilo por que sabía que nadie iba a dar información de mi presencia. Ser español es seguridad del "pago de un secuestro". Aunque yo lo tengo muy claro antes de adentrarme en el Sahel: antes de jugar conmigo, soy el primero en "reventar el balon" y se acabo el juego!.
Al bajar del vehículo me presentaron a Yacouba, un policía local que se ofreció darme alojamiento en una de las habitaciones de su casa (a cambio de algún cadeau) y tras algunos días de estancia trasladarme en moto a Gorom (15.000cfa). Me pareció buena idea, ya que el transporte es inexistente en esta zona y dormir con su familia sería fenomenal.
Debido a su aislamiento Tin-Akof ha retenido su genuino encanto de mercado kel-tamashek del desierto, donde muchos nómadas llegan de Niger, Mali y Burkina cada miércoles montados en dromedarios para venderlos ahí.
A medio día todo estaba en plena acción: muchísima gente moviéndose entre los diminutos puestos de ramas y telas, llenos de trajes confeccionados ahí mismo, traídos de otros mercados, ropas de todo tipo (mucho chino), incluido... "las camisetas del FC Barcelona"!! que parece que es un colorido muy admirado por los pueblerinos (muchos ni saben que representa esa indumentaria); cargando sus compras sobre la cabeza, tirando de la oreja de la cabra recién adquirida, negociando en la trasera del poblado con dromedarios, cabras o asnos; comiendo en los puestos en donde hay varios calderos con arroz blanco y carne en salsa, batatas fritas, bebiendo yogurt natural de cabra, que está riquísima (ligeramente dulzón), o las parrillas llenas de carne de cabra o vaca recién sacrificadas.
El río ofrece la oportunidad de ser navegado en canoa, unirse a los pocos pescadores de las orillas para tirar las diminutas redes, perderse por su otra orilla o indagar montado en camello por los poblados aledaños.
Yacouba me llevó en su moto por los alrededores a visitar otros familiares que viven entre las dunas, cerca del río. Bebimos té, me enseñaron sus tiendas nómadas, me permitieron fotografiar, y lo mejor de todo, sin pedir nada a cambio. Lástima, la semana pasada se había celebrado una boda allí mismo.
Vivir con la familia fue muy emotivo pues bebíamos té con sus amigos y otros familiares, había un constante movimiento de gente, pero debido a mis constantes búsquedas de acción sólo las veía por la mañana o la noche. Comí con ellos en varias ocasiones del mismo plato, todos hombres -las mujeres y los niños a parte, y de lo que sobra del enorme plato-, incluso el día del partido de la Champion, del FC Barcelona que perdió contra el Manchester. Mucha gente aprecia a este equipo, debido a los jugadores negros que han pasado por su plantilla. Aquí todos quieren ser un Etoo, Drogba, Adebayor, Pitroipa, kaboré, Cristiano.... Sus sueños europeos de prosperidad llevan a muchos a embarcarse, "sin saber ni si quiera nadar", a cualquier precio. Esas falsas leyendas urbanas de enriquecimiento rápido lo está alentando desmesuradamente las televisiones -esas que ya nos hemos quitado de encima por ser analógicas y que están ahora "sobrecargando" África-, y que llegan ya a cualquier diminuto poblado africano.
La vuelta a Gorom fue más rápida de lo que esperaba. La carretera en muy buen estado, sin tráfico alguno, y encantadores poblados a sus lados. He tenido que quedarme un día porque el minibus a Doris sale desde muy temprano. Nuevamente me he quedado en el Albergue de la Misión Católica. Aproveché para lavar la ropa, cargar las baterías de la cámara, hacer el blog de estos últimos días y pasar por la "farsante" Maison du Sahel Suudu Baaba para encararme con Issouf , el encargado de llevar esta oficina, que parece ser que es propiedad de un francés, por lo cutre del paseo en camello que quedó lo contratado. Tras un buen rato discutiendo con él me di cuenta que no serviría de nada porque muchos africanos sólo saben discutir y discutir hasta cansarse y sin llegar a nada al final. Le prometí que por internét haría una mala propaganda de su empresa.
Lo que está claro en todos estos sitios es que hay que tener "mucho ojito" con los pseudo-guías que pululan por todos los lados buscándose la vida a costa de los confiados turistas, que por mucho que quede todo cerrado, al final se termina pagando más dinero de lo pactado.
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