Había quedado con Diba en salir a las 8 de la mañana, y como era de esperar tardó bastante más en llegar con una moto que se notaba no era suya.
El trayecto hasta Oursi lo hicimos en una hora por una carretera de tierra en buen estado atravesando zonas semidesérticas y pequeños poblados de varias casas familiares, algunas tras muros de protección, bien de adobe o de ramas secas.
Sigo observando en todos mis viajes por África que los conductores se quejan de lo caro que su gobierno pone a la venta el combustible, pero es que éstos son unos derrochadores por su pésima conducción, sobre todo con tantos acelerones injustificados. Además se notaba que la moto no era suya por la terrible y perjudicial manera de conducirla y tratarla.
Paramos junto al Campamento de Aounaf y mientras esperábamos por el camellero y sus dos dromedarios eché un vistazo al recinto. Cuesta 5.000cfa la noche y las comidas entre 1.500-4.000cfa. Es bastante grande y dispone de varias cabañas fulani de barro, otras casetas nomadas tuareg y tarimas de cañas para dormir al aire libre.
Una hora más tarde de lo establecido llegó el camellero. No llevaba mantas para dormir, ni cacharros para hacer la comida ni agua para cocinar, y los "hijoputas" estos lo habían contratado en Gorom. El pobre hombre se había levantado a las 3 de la mañana para llegar a tiempo a Oursi. Menudos fanfarrones!. Desde un principio imaginé que las cosas no saldría como habíamos hablado por las formas que fue tomando las cosas.
Había oído hablar de un tal Orsini, "le diputé" un tipo que en otras ocasiones había preparado alguna que otra salida a extranjeros y les pregunté si lo conocían. Sobre la marcha fueron a buscarlo. Cuando nos presentamos y le conté lo que me había pasado me dijo que porqué no había venido a Oursi sin guía, que él lo hubiera preparado todo sin tanto jaleo. Tenía razón, pero yo ignoraba lo que me podría encontrar en este pueblo si viniese solo.
Al final se comprometió en prepararme un lugar donde ver la puesta de sol, dormir y el haría también la comida.
Al final comezamos el "Tour" a las 10:30 por las afueras del pueblo hasta un poblado nómada Bella, descendientes de los antiguos esclavos Tuaregs, donde tomamos té, charlamos con la familia y esperamos que remitiera el calor del medio día para continuar. De todas maneras los dromedarios estaban también cansados y apenas habían comido. Lo que faltaba!!
Por la tarde marchamos hacia las dunas de Oursi, pasando por zonas arboladas donde a veces se detenían los dromedarios para "picotear", y por otras completamente peladas, un espacio no muy grande de dunas pero con una panorámica preciosa del entorno. Pensar que muchos viajeros pasan de largo toda esta zona para ir directamente a Mali, hacia el "Pais Dogon", no saben lo que se pierden.
A las 5 de la tarde habíamos quedado con Orsini en las dunas, a las afueras del pueblo, donde se había comprometido llevar unas mantas y agua para guisar nuestra cena y ver la puesta de sol. Pero el lugar estaba demasiado cerca del pueblo, donde los niños juegan y los grandes hacen sus necesidades. Los olores, los ruidos y la presencia de gente no era lo más adecuado para pasar la noche. Con la caída del sol llegó el susodicho, sin nada, con la intención de ver la puesta y organizar luego el tenderete. Le dije que no estaba de acuerdo y que yo quería haber estado más lejos de esa zona. Se disculpó y me dijo que no me preocupara, que montaríamos el "negocio" en otro lugar. Pero ya era muy tarde y me perdí lo que yo realmente buscaba en este Tour: ver la puesta entre las dunas mientras preparábamos la comida. Por lo que cogimos los camellos y abandonamos el estercolero, ya de noche, atravesando el pueblo.
En un puesto de comida compré algo de arroz y salsa y llegamos al campamento para cenar y dormir en él. Era la única opción que me quedaba. De todas formas estaba algo alejado del poblado, nadie molestaba con ruidos e igualmente estaba entre las dunas. No se cumplió a cien por cien mi ilusión pero pude disfrutar de la noche. La luna estaba creciendo y se veían muchas estrellas, sobre todo a las 3 de la mañana cuando la luna hubo bajado hasta desaparecer de la vista.
Por la mañana visitamos las ruinas arqueologica Songhay (hu-beero), la más significativa de toda África Occidental y su museo, y terminamos paseando por la laguna, mientras veíamos llegar poco a poco a todos los paisanos que se dirigían caminando hasta el mercado desde sus poblados cargando sobre sus cabezas las mercaderías, o subidos en carros tirados por asnos, montados en él, o en vehículos, tanto en moto como en minibus completamente abarrotados.
Las afueras del pueblo estaban llenas de dromedarios, cabras, vacas, toros, y asnos, expuestos para ser vendidos. La cantidad de gente con sus vestimentas tradicionales era extraordinaria. Destacaban los Fulanis con sus coloridos trajes y fulares de lentejuelas, sus abalorios compuesto por colgantes, pulseras, monedas y piezas de platas enganchadas en su trenzas o en la frente, los hombres Bellas con sus enormes turbantes llenos de polvo del camino y algunas mujeres que vestían con los mismos tejidos estampados, como si de una moda se tratase. Incluso grupos de mujeres Fulanis con las camisetas del FC Barcelona (Unicef, que daño a las tradiciones estan haciendo regalando por millares y por todos los lados esas jodidas camisetas!!) como parte de su indumentaria. Los chinos también con sus utensilios baratos de plástico!. También el mercado es más de lo mismo.
A las 3 de la tarde el primer minibus salía dirección Gorom y seguiría a Ouagadougou, la capital, por lo que aproveché para montar en él. Me habían comentado, y con toda seguridad, que había un minibus que se dirigía directamente a Markoye, mi siguiente destino, porque al día siguiente, lunes, sería su vibrante día de mercado semanal -muy importante por la venta de cantidad de rumiantes-, haciendo una parada en Gorom para recoger más gente que hasta allá se pudiese trasladar. Pero lo cierto es que una vez en la zona de aparcamiento de los vehículos -en el mismo borde de la única carretera que cruza el pueblo- nadie conocía ese vehículo. Todos se dirigían a Ouagadougu, la capital.
La siguiente acción sería subirme al minibus, bajarme en Gorom, y desde allí buscar otra forma de transporte hasta Markoye. Nos detuvimos junto a su mercado. Ahí mismo había un gran camión aparcado esperando a llenarse de mercancías y de gente, pero no había la suficiente como para salir esa misma tarde, o noche!, por lo que no tuve otra opción que entrar en una tienda cercana y preguntarle al propietario si conocía a alguien con moto que me quisiera alcanzar a Markoye antes de que oscureciera.
Sobre la marcha apareció su hermano Ibrahim y tras negociar el precio (6.000cfa) salimos directamente a la gasolinera a llenar el depósito.
Lo que tenía que haber sido un trayecto de una hora, no tardamos mas de 40min. ya que la velocidad con la que el individuo condujo fue dramática por ciertos tramos. En parte me interesaba llegar de día para poder encontrar el sitio que me habían hablado muy bien y donde me quería quedar a dormir, Gite de Markoye, una vivienda con varias habitaciones preparadas para que se hospeden los visitantes.
A la entrada del pueblo hay un control policial donde hay que registrarse "obligatoriamente". Nosotros no lo sabíamos y al pasar por delante de los policías, que jugaban a las cartas, seguimos de largo ya que no nos dijeron nada, simplemente se giraron, saludaron, y siguieron a lo suyo. La cosa es que al regresar Ibrahim fue multado con 2.000cfa por no haberme presentado a los agentes. Por lo que tuvo que regresar a recogerme y llevarme nuevamente ante ellos. Tras registrarme, nuevamente fui llevado al campamento.
Markoye es un pequeño poblado tradicional situado en medio del país fulani, muy sucio, extremadamente sucio, como sus habitantes. Tiene una gran laguna donde habitan muchas especies de aves y es el cagadero oficial, por lo que su orilla es una pena. Y se podría hacer mucho si se invirtiera más en educación ambiental y menos en cine internacional. Pero "la pela es la pela!" y no hay para mas.
El mercado es una pasada de color, de gente de muchos poblados aledaños y de más lejos, que vienen a buscar lo que no hay en otros lugares: sin lugar a dudas un pequeñísimo mercado que se abarrota de gente. Las mercaderías es más o menos lo mismo que en toda esta zona. Pero lo chino se lleva mucho por ser tan barato para esta gente. Incluso las comunidades mas perdidas están cambiando sus manualidades tradicionales por productos chinos como zapatillas plásticas, collares, hilos y camisas. Lo último en moda que estoy viendo en el desierto sigue siendo la camiseta del FC Barcelona (Unicef) combinada con algunos trajes tradicionales. Que puta pena!!!.
Cantidad de costureros se dedican a la confección de trajes con los tejidos de estampados africanos que llegan de Alemania. Diversas etnias tienen un diseño bastante característico que las diferencian. Entre ellas las tiras blancas bordadas que las adornan, los fulares haciendo juego, o brillantes de lentejuelas, abalorios, colgantes, pintura o tatuajes en la cara, ojos, brazos, cortes en la mejilla o la frente... Una extensa y riquísima diversidad cultural que se hace más patente cuanto más al norte sigo viajando.
Intenté pasear en camello por la zona pero me fue imposible encontrar en estos días alguien que tuviera dos y se viniera conmigo.
Las comidas las hago en la calle. El desayuno o los "café au lait" del día en uno de los varios maquis fijos y la cena en uno de los pequeños puestos que se montan al atardecer. La "ensalada verde" de lechuga, tomates, cebollas, pepino y huevo sancochado, aderezado con mayonesa, o los trocitos de pescado frito, o la carne con salsa y arroz saben de maravilla.
Aprovechando que el miércoles es mercado en Tin-Akof, a las 6 de la mañana monté en un abarrotado jeep que se dirigía con paisanos de este pueblo para hacer sus compras, o ventas.
El propietario del albergue me presentó a un vecino suyo que iba también en el vehículo, haciéndose "cargo" de mi y de buscarme alojamiento allá.
Situada junto al río Beli, afluente del río Niger, esta pequeña localidad junto a las fronteras de Mali y Niger, es una de las más pintorescas del desierto saheliano.
La carretera de tierra que hasta allí llega desde Gorom, a 72km, está en buen estado, pero la que llega desde Markoye, atravesando arenales es caótica. Incluso uno de los viajeros de los que iban montado en el techo cayó al suelo al virarse de tal manera el 4x4 al pasar por enormes socavones de arena. Muchos vehículos quedan enterrados en sus arenas y hay que conocer muy bien la zona para no quedar botado y sin ayuda, por que por ahí es que no pasa nadie. Algunos pequeños poblados de varias chozas nómadas o casitas de ladrillos de adobe esparcidos por la misma van apareciendo en medio de la nada. Gracias a que los pozos aún tienen bastante agua para abastecerlos éstos continúan ahí.
Hace meses el gobierno burkinabés desaconsejaba pasar por esta zona a los extranjeros, especialmente americanos, debido a las acciones de Al Qaeda en el Sur del Magreb Islámico, pues operaban entre las fronteras de Burkina Faso, Niger, Mali y Mauritania, donde hubieron en su momento ciertos ataques o secuestros de extranjeros. Parece ser que la cosa está mucho más tranquila, de momento, por aquí.
En Tin-Akof también todo turista debe dar aviso a las autoridades y registrarse para estar localizado en todo momento. La llegada al pueblo fue emocionante, sobre todo tras la hora y media de polvoriento recorrido y las apariciones esporádicas de pueblecitos perdidos entre las dunas. Aún no se habían montado todos los puestos, y los vehículos iban llegando escalonadamente cargadísimos de gente y mercancía de todo tipo. Muchos comerciantes son conocidos por seguir la rueda de mercados semanales. Al menos algunos ya me habían visto en otras ocasiones. Esto, en parte, no me agradaba del todo, aunque estaba tranquilo por que sabía que nadie iba a dar información de mi presencia. Ser español es seguridad del "pago de un secuestro". Aunque yo lo tengo muy claro antes de adentrarme en el Sahel: antes de jugar conmigo, soy el primero en "reventar el balon" y se acabo el juego!.
Al bajar del vehículo me presentaron a Yacouba, un policía local que se ofreció darme alojamiento en una de las habitaciones de su casa (a cambio de algún cadeau) y tras algunos días de estancia trasladarme en moto a Gorom (15.000cfa). Me pareció buena idea, ya que el transporte es inexistente en esta zona y dormir con su familia sería fenomenal.
Debido a su aislamiento Tin-Akof ha retenido su genuino encanto de mercado kel-tamashek del desierto, donde muchos nómadas llegan de Niger, Mali y Burkina cada miércoles montados en dromedarios para venderlos ahí.
A medio día todo estaba en plena acción: muchísima gente moviéndose entre los diminutos puestos de ramas y telas, llenos de trajes confeccionados ahí mismo, traídos de otros mercados, ropas de todo tipo (mucho chino), incluido... "las camisetas del FC Barcelona"!! que parece que es un colorido muy admirado por los pueblerinos (muchos ni saben que representa esa indumentaria); cargando sus compras sobre la cabeza, tirando de la oreja de la cabra recién adquirida, negociando en la trasera del poblado con dromedarios, cabras o asnos; comiendo en los puestos en donde hay varios calderos con arroz blanco y carne en salsa, batatas fritas, bebiendo yogurt natural de cabra, que está riquísima (ligeramente dulzón), o las parrillas llenas de carne de cabra o vaca recién sacrificadas.
El río ofrece la oportunidad de ser navegado en canoa, unirse a los pocos pescadores de las orillas para tirar las diminutas redes, perderse por su otra orilla o indagar montado en camello por los poblados aledaños.
Yacouba me llevó en su moto por los alrededores a visitar otros familiares que viven entre las dunas, cerca del río. Bebimos té, me enseñaron sus tiendas nómadas, me permitieron fotografiar, y lo mejor de todo, sin pedir nada a cambio. Lástima, la semana pasada se había celebrado una boda allí mismo.
Vivir con la familia fue muy emotivo pues bebíamos té con sus amigos y otros familiares, había un constante movimiento de gente, pero debido a mis constantes búsquedas de acción sólo las veía por la mañana o la noche. Comí con ellos en varias ocasiones del mismo plato, todos hombres -las mujeres y los niños a parte, y de lo que sobra del enorme plato-, incluso el día del partido de la Champion, del FC Barcelona que perdió contra el Manchester. Mucha gente aprecia a este equipo, debido a los jugadores negros que han pasado por su plantilla. Aquí todos quieren ser un Etoo, Drogba, Adebayor, Pitroipa, kaboré, Cristiano.... Sus sueños europeos de prosperidad llevan a muchos a embarcarse, "sin saber ni si quiera nadar", a cualquier precio. Esas falsas leyendas urbanas de enriquecimiento rápido lo está alentando desmesuradamente las televisiones -esas que ya nos hemos quitado de encima por ser analógicas y que están ahora "sobrecargando" África-, y que llegan ya a cualquier diminuto poblado africano.
La vuelta a Gorom fue más rápida de lo que esperaba. La carretera en muy buen estado, sin tráfico alguno, y encantadores poblados a sus lados. He tenido que quedarme un día porque el minibus a Doris sale desde muy temprano. Nuevamente me he quedado en el Albergue de la Misión Católica. Aproveché para lavar la ropa, cargar las baterías de la cámara, hacer el blog de estos últimos días y pasar por la "farsante" Maison du Sahel Suudu Baaba para encararme con Issouf , el encargado de llevar esta oficina, que parece ser que es propiedad de un francés, por lo cutre del paseo en camello que quedó lo contratado. Tras un buen rato discutiendo con él me di cuenta que no serviría de nada porque muchos africanos sólo saben discutir y discutir hasta cansarse y sin llegar a nada al final. Le prometí que por internét haría una mala propaganda de su empresa.
Lo que está claro en todos estos sitios es que hay que tener "mucho ojito" con los pseudo-guías que pululan por todos los lados buscándose la vida a costa de los confiados turistas, que por mucho que quede todo cerrado, al final se termina pagando más dinero de lo pactado.